Ha muerto el párroco de San Juan, don Fernando Rubio.

Una persona respetada y querida no sólo por sus parroquianos, entre los que me incluyo, sino por toda la ciudad.

Se dice que «todo llega y todo pasa», hay veces en que esto no es así. Don Fernando ha dejado una huella en Oviedo para siempre. Don Fernando ha sido un «bien público» tanto para las personas que tienen un sentimiento religioso, como para quienes no lo tienen, por su inmensa y discretísima labor humanitaria y solidaria.

Descanse en paz.