E. F.-P.

«La catedral de Oviedo tiene el trasepto más desarrollado del gótico español», explicaba ayer el arqueólogo César García de Castro a los pies del Altar Mayor, señalando a uno y otro lado los brazos de la sección trasversal. «Sólo es comparable al de la catedral de Pamplona, también grande», añadía. García de Castro, técnico de Patrimonio de la Consejería de Cultura del Principado, guió a un grupo de universitarios, participantes en el congreso «Tua sunt Domine omnia», dedicado a las donaciones piadosas del mundo medieval y organizado por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Oviedo en conmemoración del 1.200.º aniversario del testamento del rey Alfonso II el Casto.

La del trasepto fue sólo una de las peculiaridades de la basílica de San Salvador que el arqueólogo mostró a sus seguidores. También les llamó la atención sobre la ausencia del coro. Ambas singularidades, la del trasepto y la del coro, tienen su razón de ser y García de Castro se detuvo a explicarlas.

En el caso del trasepto, expuso, se debe muy probablemente a la necesidad de aunar, en un sólo edificio, la antigua iglesia prerrománica y la Cámara Santa, cada una en un extremo del brazo que atraviesa la nave central; en cuanto al coro, presente en todas las catedrales góticas españolas, el responsable de su desaparición, contó, fue el obispo Martínez Vigil, que quería «una catedral a la francesa», «transparente». Fue en esa época, a finales del siglo XIX, cuando se retiraron los dos órganos laterales barrocos para ser sustituidos por el romántico, que aún hace sonar su música en las ceremonias litúrgicas.

Con todo ello, la de Oviedo, destacó el arqueólogo, presenta «una imagen de catedral gótica que no se da en ninguna otra».

Entre las catedrales góticas españolas la de Oviedo es una basílica de tamaño medio y, aunque no es comparable a Burgos, León o Palma de Mallorca, está, según César García de Castro, «en una segunda división digna».