Con su visita a la temporada de conciertos de la Sociedad Filarmónica de Oviedo, la violinista Elena Mikhailova se sumó a la lista de virtuosas de este instrumento que han cautivado a los aficionados en los últimos conciertos en la ciudad. De este modo, todavía permanece en nuestra memoria auditiva la música de Albena Danailova y, especialmente, la actuación de Patricia Kopatchinskaja, en sendos conciertos con la Sinfónica del Principado de Asturias, orquesta con la que también Mikhailova ha compartido escenario.

Desde una edad temprana, Mikhailova ganó amplia experiencia sobre las tablas, mientras iba imponiéndose en el circuito de concursos. Niña prodigio del violín, dejó sin palabras con su sonido nada menos que a Yehudi Menuhin. El martes, Mikhailova volvió a tocar en Oviedo y a demostrar que no sólo es una «todoterreno» del violín, sino que le preocupa el poder de comunicación con su instrumento a través de la música. «Creo un propio mundo en el que reina la música: el violín como centro de mi universo, como parte de mi yo», reflexiona la propia intérprete en su página web.

Al dominio técnico del violín se unieron potencia y firmeza sonora, de manifiesto en obras de marcado carácter virtuosístico para el instrumento como la «Suite popular española, Op. 25» de Sarasate, sobre la ópera «Carmen», o la «Habanera Op. 83» de Saint-Saëns. Asimismo, destacó en el programa el «Rondó en La mayor para violín y orquesta» de Schubert, de gran nitidez e ímpetu en la interpretación de Mikhailova. En esta obra y, sobre todo, en la conocida «Meditación» de «Thaïs» de Massenet, Mikhailova pudo lucir, además, su lado más expresivo al violín, en el que Mikhailova puede aún alcanzar mayor profundidad, en el buen camino que sigue la violinista. Con sus sensacionales medios, no hay lugar sino para la evolución interpretativa.

Mikhailova visitó la Filarmónica acompañada de su madre, Victoria Mikhailova Pogosova, pianista con la que suele formar dúo artístico. Pogosova protagonizó una versión del «Concierto n.º 12 para piano y orquesta» de Mozart que fue la parte más desafortunada del programa, con errores en la ejecución y un pedal excesivo, entre otras cuestiones. Violinista y pianista estuvieron acompañadas por la orquesta de cuerdas fundada por la propia Mikhailova -entre cuyos músicos reconocimos a intérpretes formados en el Conservatorio Superior de Oviedo, como Ostap Pechenyi (uno de los premios fin de carrera «Muñiz Toca» de 2009)-, que mantuvo una actuación de delicados perfiles en su conjunción con las solistas.