He tenido la ocasión de conocer estos días en Oviedo a dos singulares asturianos, a dos asturianos de la diáspora que allá por donde van tienen siempre a Asturias presente en el corazón y hacen patria sin perder no sólo contacto con ella, sino incluso aportando su grano de arena a nuestra comunidad autónoma.

Uno de ellos es Luciano Suárez Cascudo, «vice-mayor» desde el año 2000 del condado de West Miami, el más joven de esta famosa zona de los Estados Unidos, y que a sus 75 años casi todos los años se da una vuelta por la tierra que lo acogió en su niñez cuando siendo un chaval de 12 años vino de Cuba, donde había nacido, para estudiar en el Colegio Auseva de Oviedo hasta los 16, en que regresó a la isla. Sus abuelos y sus padres eran de Colloto, localidad de la que guarda muy buenos recuerdos y a la que visita en cuanto puede, asombrado como está por el crecimiento urbanístico de la zona. Aún tiene primos en Colloto y uno de ellos, Luis Suárez «Ximielga», ya fallecido, fue famoso por sus monólogos. Su abuelo tuvo un famoso llagar, Casa Lulo, y la sala de fiestas Madreselva, de la que personalmente no me acuerdo, llegando mis impresiones sobre esta localidad, a caballo entre Oviedo y Siero, al cine de Valeriano León y a la fábrica de cervezas El Águila Negra.

Luciano Suárez Cascudo, a quien lo veo muy a gusto con sus amigos ovetenses, entre los que figura el ex concejal Javier Antón Pertierra, allá por 1958 era un líder estudiantil que luchaba contra la dictadura de Batista, confiando en la revolución anunciada por Fidel Castro y el Che Guevara, a quienes conoció; sin embargo, en el año 1961, tras la derivada comunista que vio en el nuevo régimen, cogió un bote y se lanzó al mar para intentar llegar a la costa norteamericana de Miami. Por fortuna, una embarcación de la guardia costera lo rescató cerca de Cayo Hueso cuando estaba a punto de naufragar.

El hoy «vice-mayor» de West Miami se dedicó a los negocios de comercio y bienes raíces y en el año 2000 su buen amigo y antecesor en el cargo municipal, el hoy senador Marcos Rubio, lo metió en política, en donde acaba de ser reelegido. Luciano Suárez Cascudo opina que su amigo, Marcos Rubio, con 39 años, puede llegar a ser el primer presidente hispano de los EE UU en un futuro no muy lejano. Ayer el «vice-mayor» de West Miami, amigo personal de la estrella internacional Gloria Stephan y de su familia, se entrevistó con la directora de la Fundación Príncipe de Asturias, Teresa Sanjurjo, para presentarle la candidatura de la organización NALEO, que apoya todo lo hispano desde un punto de vista cultural, al premio de la Concordia, candidatura que trae avalada por Eduardo Padrón, presidente de Miami Community College, con más de 100.000 alumnos, toda una institución en el sur de los EE UU. A mediodía Luciano Suárez Cascudo recibió un pequeño homenaje de la peña ovetense El Urogallo, integrada por cuarenta ovetenses. A disfrutarlo.

El otro personaje que he tenido el gusto de conocer es un autodidacta y trabajador infatigable, nacido en la bonita localidad de Vigaña en Belmonte de Miranda. Carlos Menéndez Colado tiene hoy 68 años y es un destacado empresario en el sector de servicios, fundamentalmente en hostelería, después de haberse ido de joven de su pueblo natal en busca de las Américas. Lleva 38 años en Nueva York, donde tiene un importante restaurante de comida italiana, Bello, junto a Central Park.

Tras trabajar unos años como camarero en los coches cama y de regentar un bar en Madrid, Carlos Menéndez, soltero, se lio la manta a la cabeza y, como un turista más, pero con la intención de quedarse, se fue en avión para Canadá con escala en Nueva York. Prendado de una de las maravillas del mundo, la ciudad de los rascacielos, se las arregló para quedarse en ella y comenzar a trabajar limpiando platos, sin papeles y sin saber una palabra de inglés. Dados su diligencia y sus deseos de superación fue abriéndose paso por diversos establecimientos de Nueva York hasta llegar a tener negocio propio. Una vez situado, volvió la cabeza hacia su querida Asturias, donde ha invertido en locales y edificios parte de sus ganancias con la mirada puesta en sus sobrinos, herederos de todo su esfuerzo. Hace dos años instaló en Oviedo una cafetería muy coqueta en la calle Rosal, Solera, donde todo es de primera calidad, comenzando por su estupendo café, y en donde la consumición vale lo mismo en barra o en mesa. Dos de sus sobrinos, Constantino y José, lo ayudan en ella, y es que Carlos Menéndez divide su tiempo y sus negocios entre Nueva York y Oviedo. Aquí y en Gijón este infatigable trabajador no descarta abrir dos nuevos establecimientos hosteleros, lo que es una excelente manera de contribuir a crear riqueza en su tierra. Cuando está en Asturias Carlos Menéndez los viernes escapa de fin de semana a Vigaña, cuyo aire puro lo rejuvenece, sin duda alguna. Para él su tierra, Belmonte, es el paraíso y lo cura del estrés de la Gran Manzana. No tiene la prensa del chef mierense José Andrés, pero en su querido restaurante Bello cuenta con clientes famosos. En él ha estado más de una vez Plácido Domingo y hace poco aterrizaron en busca de sus famosas pizzas el cantante Perales y su familia. Así pues, Carlos Menéndez es otro asturiano de la diáspora que jamás ha olvidado su tierra y que, como el nombre de su cafetería en la calle del Rosal, tiene mucha solera.