Una de las obras solidarias más impresionantes de nuestra sociedad se encuentra en unas magníficas instalaciones en la falda del monte Naranco. La Fundación Vinjoy en estos momentos acoge a 1.300 personas de toda Asturias en tareas de atención social y formación, como la línea de intervención integral con la sordera, la de intervención socioeducativa con personas con discapacidad intelectual o discapacidad psicosocial y la línea de intervención socioeducativa avanzada en trastornos del comportamiento.

¿Quién le iba a decir al padre Domingo Fernández Vinjoy cuando creó esta fundación en Oviedo, allá por el año 1876, que muchos años después y no sin atravesar etapas difíciles y enormes vicisitudes sería la actual Fundación Vinjoy modelo en su género?

El padre Vinjoy comenzó su tarea en la capital del Principado hace 136 años cuidando a huérfanos desvalidos, no dudando en hacer la calle al frente de los niños para solicitar limosnas a los transeúntes. El primer hogar estuvo en la calle de Santa Ana y luego en el número 2 de la calle del Fresno (hoy Pérez de la Sala). La iniciativa se institucionaliza en 1906, año en que se inaugura un nuevo edificio en la carretera del Cristo de las Cadenas donde permanece hasta hace doce años, cuando se inauguran las nuevas instalaciones en el monte Naranco.

Los primeros momentos de la Fundación estuvieron entroncados con la historia de Asturias, ya que en 1906 se construyó el edificio del asilo, con capacidad para albergar cien niños, con el dinero sobrante de lo que se recaudó para el batallón Principado de voluntarios para la guerra de Cuba. De esta manera una parte del dinero recaudado para la guerra sirvió para ayuda y formación de los huérfanos asturianos más desvalidos; sin embargo, el padre Domingo Fernández Vinjoy no pudo conocer este nuevo equipamiento ya que falleció en 1897.

La Fundación Vinjoy ha tenido a lo largo de su apasionante historia cuatro etapas bien definidas: una primera, el asilo de huérfanos; una segunda época, la escuela de sordomudos y centro de audición de lenguaje; una tercera, intervención integral de la sordera y, en la cuarta, el nuevo proyecto general de intervención (intervención integral con la sordera e intervención socioeducativa en situaciones de grave conflicto personal y social).

Con un patronato formado por doce miembros, la Fundación Vinjoy está presidida por el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, siendo la consejera de Bienestar Social e Igualdad, Paloma Menéndez Prado, la vicepresidenta además de tres directores generales de las consejerías de Educación y Universidades, Sanidad y Bienestar e Igualdad. También figuran en el patronato dos miembros de la Junta General del Principado, siendo hasta ahora Carmen Fernández Gómez, de Foro Asturias, y Laura Díez Prieto, del PSOE.

El Arzobispado cuenta con cinco miembros, destacando a una persona que ha sido fundamental en la supervivencia de la Fundación Vinjoy en ésta, su etapa actual: el director del Secretariado de Fundaciones Nicanor López Brugos. Gracias a los esfuerzos y la dedicación del antiguo párroco de San Juan de Mieres a esta magnífica obra no sólo se evitó su desaparición sino que hoy cuenta con unas modernas instalaciones en el monte Naranco, llevando precisamente el centro el nombre de este cura, ejemplo de solidaridad y sensibilidad social.

Al frente de un equipo de 54 profesionales figura como director gerente de la Fundación Adolfo Rivas Fernández, un psicólogo vasco que desempeña su cargo desde 1997, liderando así uno de los proyectos de intervención socioeducativa avanzada más importante del Estado. Sin haber llegado todavía a los 50 años, Adolfo Rivas se ha volcado con la sociedad doliente de Asturias, no sólo por su labor profesional y máximo responsable de la Fundación Vinjoy, sino también por su dedicación como director voluntario de Cáritas Asturias, organización no gubernamental sometida en estos momentos a una intensidad de acción como nunca había tenido como consecuencia de la crisis material y social por la que muchas familias están pasando.

Probablemente este psicólogo que fue profesor de instituto e inspector de enseñanza del Arzobispado de Oviedo sea uno de los que mejor conocen la situación por la que está atravesando gran parte de la sociedad asturiana. En el caso de la Fundación Vinjoy, con las instalaciones del monte Naranco al cien por ciento, se está ampliando actividades a otros puntos de Asturias, caso de Gijón, como una apuesta radical -es su lema- por la dignidad de la persona. Adolfo Rivas inició su actividad solidaria muy joven, con 17 años, como educador en la calle con delincuentes juveniles. Casado y con dos hijos, su otra gran familia son los jóvenes, y no tanto, que desde todos los lugares de Asturias acuden a la Fundación Vinjoy. Por ejemplo, todos los niños asturianos con déficit auditivo pasan por las instalaciones del monte Naranco, unas instalaciones perfectamente integradas en el entorno y que fueron en su momento proyectadas por el arquitecto asturiano Nicolás Arganza.

Los chicos reciben en la Fundación Vinjoy una formación integral que cuando llega el momento deriva hacia la Universidad, con la que se mantiene una estrecha relación, o hacia la formación profesional. Es también muy interesante la relación que este equipo de formadores que encabeza Adolfo Rivas mantiene con jueces respecto al tratamiento de casos de adolescentes de conducta complicada.

La Fundación Padre Vinjoy se presentó el año pasado para el premio al Pueblo ejemplar que convoca la Fundación Príncipe de Asturias. Quizá vuelva a intentarlo éste; en todo caso me consta que tiene el reconocimiento de la sociedad asturiana, siendo su financiación a cargo de la Administración autonómica con alguna que otra aportación privada.

En una palabra, Gobierno del Principado e Iglesia asturiana deben sentirse orgullosos de su colaboración en esta obra solidaria que un buen día hace 136 años un modesto cura fundó en Oviedo pidiendo limosna por sus calles y, muchos años después, otro cura, Nicanor López Brugos, con su tesón, consiguió evitar que desapareciese.

El próximo jueves día 10 el Consejo Económico y Social de Asturias (CES), que preside Nicolás Álvarez, entregará su VIII Premio de Investigación, que en esta ocasión ha sido para las economistas Ana María Rodríguez Álvarez y María José Pérez Villadoniga por su trabajo «Análisis de la diferencias salariales entre hombres y mujeres en Asturias: Un análisis de frontera» (6.000 euros y diploma), siendo el accésit para Alba García Torres, premio extraordinario fin de carrera de la Facultad de Derecho, con su trabajo «Ordenación del tiempo de trabajo; igualdad y corresponsabilidad en las Administraciones autonómicas» (3.000 euros y diploma). Los dos trabajos serán publicados por el CES y la entrega de esta octava edición del premio a la investigación tendrá lugar en el salón de actos del Edificio Administrativo Hermanos Menéndez Pidal en un acto que presidirá Manuel Rivero Iglesias, consejero de Economía.