Eduardo GARCÍA

¿Por qué no incluir la palabra «ostentóreo» en el Diccionario de la Real Academia? La palabra la puso de moda Jesús Gil y eso no la beneficia precisamente, pero el académico de la Lengua José Antonio Pascual recordó ayer que también la utilizó Juan Benet. Eso ya es otra cosa. El adjetivo «versátil» tiene ahora connotaciones positivas, pero hace cuarenta años una persona versátil era alguien de no fiar. La palabra «detentar» se utiliza como tener: una persona detenta el poder. Pero en realidad, en purismo etimológico, detentar es disponer del poder ilegítimamente. Y el que quiera arreglarlo y diga eso de «ostentar el poder» está cometiendo un error de bulto, tanto como decir «tanatorio» que es un «disparate morfológico».

El lenguaje está lleno de disparates, pero los diccionarios también. Es porque el idioma castellano es como un muelle que estira y encoge. Versátil, nunca mejor dicho.

La conferencia que el catedrático de Lengua y vicedirector de la Real Academia, el salmantino José Antonio Pascual, dio ayer en la Cátedra Emilio Alarcos, en el Aula Magna de la Universidad, vino precedida de una anécdota. Pascual sugirió a los organizadores que el título de la charla fuera el de «Los diccionarios también se equivocan», y por ese ruido tan presente en las comunicaciones humanas el título se quedó en «Los visionarios también se equivocan», sin que nadie reparara en ello. A Emilio Alarcos la anécdota le hubiera generado una carcajada y probablemente un par de comentarios de ironía ácida.

Visionarios o diccionarios, qué más da. Lo cierto es que el académico Pascual cree que «las armas que tenemos para la explicación del léxico son muy deficientes» y que en materia de diccionarios oficiales, cuando una palabra entra, aunque sea con calzador, echarla se hace muy difícil aunque algunas lo merezcan. «Hay mucho miedo a sacar palabras del Diccionario».

«La voz más autorizada de la lexicología actual», tal como definió a Pascual la profesora Josefina Martínez, puso ejemplos de palabras que están en el Diccionario y que son erratas («lercha» es una errata de la primera edición del Quijote). Acepciones que nos resultan ahora sorprendentes: «exprimir» como «expresarse». Jovellanos utilizaba la palabra exprimir como expresarse con fuerza. Y cuando don Quijote estaba «pensativo» no es que pensara, es que estaba triste.

«Tenemos que ser capaces de jugar con el Diccionario y de discutir con él, para no convertirlo en algo parecido a una guía telefónica», dijo el autor, junto a Joan Corominas, del Diccionario Crítico Etimológico Castellano e Hispánico.

El conferenciante fue presentado por el catedrático de Química José Coca, salmantino como él, quien reivindicó la presencia de intelectuales con sentido crítico que sirvan de guía «frente a una sociedad cada vez más desorientada». También Coca recordó a Emilio Alarcos, como lo hizo Pascual: «Los filólogos de mi generación estamos en deuda con él».

José Antonio Pascual «lleva una buena parte de su vida a vueltas con la palabra», explicó Josefina Martínez. Un lujo, asegura el académico.