E. VÉLEZ

El dolor se ha adueñado de Trubia desde hace tres días. El fallecimiento de Diego Valladares y la desaparición de José Antonio Díaz en el Nalón mientras intentaban recuperar un avión de aeromodelismo han consternado al pueblo, que, unido por el desconsuelo, colabora en las labores de rastreo del río.

Arropada por familiares, amigos y vecinos, la esposa del desaparecido, Angélica Fernández, permanece en la orilla sin apartar los ojos del agua «tratando de recuperar a Tony». Ella dio la voz de alarma la fatídica tarde del lunes cuando su marido y Valladares no salían a la superficie. «Mi marido no sabía nadar, entró en el agua agarrado a la cuerda para salvar a Diego, pero se lo tragó el río», explicaba ayer la joven. La cuerda que unía la cintura del fallecido con un árbol de la ribera había sido utilizada como sujeción por el propio Valladares y, en segundo lugar, como guía y boya por Tony, que, tras tirar sin éxito del cuerpo de su amigo, decidió instintivamente adentrarse en el Nalón para sacarlo.

Guardia Civil, Policía Local, Bomberos de Oviedo y voluntarios de Protección Civil de la capital del Principado y de Villaviciosa participan en las labores de búsqueda del cuerpo de Tony a lo largo de cerca de nueve kilómetros de río y dividen las zonas de rastreo en tres tramos: el lugar del ahogamiento y la desaparición (en la entrada de Trubia), el entorno de la presa Valduno I y el embalse Valduno II.

Un helicóptero sobrevoló ayer la zona y tres buzos recorrieron el río a bordo de una zódiac sin obtener resultado alguno. La apertura de la presa de Priañes a primera hora de la mañana rebajó el nivel del cauce casi cuatro metros, pero la escasa visibilidad del agua, completamente turbia, entorpeció la búsqueda. Según el responsable de Protección Civil, José Manuel López, «el dispositivo seguirá montado hasta que aparezca el cadáver, pero, dadas las circunstancias, sólo cabe hacer una inspección ocular y esperar a que el cuerpo emerja». Para el máximo responsable de los Bomberos ovetenses, José Manuel Torres, «es muy probable que la víctima se encuentre metida en una poza a más de cuatro metros de profundidad, por lo que saldrá a la superficie en un plazo de siete u ocho días, o más tarde aún si la temperatura del agua no sube unos grados».

El cuerpo sin vida de Valladares apareció en el fondo del río pese a que el joven era buen nadador y estaba amarrado a una cuerda. Las causas del desenlace están claras para el responsable de Protección Civil: «Cuando se atan y la corriente es fuerte siempre les arrastra al fondo y, en ese caso, el nadador debe soltarse del amarre para subir a la superficie y evitar una desgracia. Sin embargo, en una situación de estrés, la persona apenas tiene tiempo de reaccionar por muy experto que sea. Tratar de sacar a la víctima tirando de una cuerda entre una o dos personas es imposible cuando el caudal del río está desbocado, es luchar contra los elementos».

La primera patrulla en presentarse en el lugar de los hechos el pasado lunes fue la Guardia Civil del puesto de Bárzana, sobre las 19.10 horas, apenas media hora después de que el 112 recibiera el aviso. Tras una complicada operación para recuperar el cadáver de Valladares del fondo del Nalón, el cuerpo se mantuvo en el margen del río custodiado por miembros de la Guardia Civil hasta la llegada del médico forense, que autorizó el levantamiento.

El avión de juguete que el fallecido había adquirido hace cuatro meses para practicar el aeromodelismo sigue enredado en las ramas de un árbol junto al río.