Pablo GONZÁLEZ

Uno de los dos acusados de vender cupones en nombre de una organización de discapacitados con sede en Oviedo aseguró durante el juicio celebrado ayer que encargó la impresión de los boletos sin los correspondientes permisos a modo «de prueba». E. L. P., vecino de Murcia, reconoció que encargó a una empresa de publicidad la impresión de 100.000 boletos, «pero se hicieron más porque me dijeron que salían más baratos». La Policía Nacional encontró en la imprenta 1.375.000 boletos de un juego similar al «Rasca y gana» de la Once. El acusado afirmó que los boletos eran defectuosos porque los premios «se veían al trasluz».

Lo que no supo explicar fue cómo los boletos acabaron en expositores -con las leyendas «La nueva lotería nacional» y «Gana hasta 6.010 euros- repartidos por varios establecimientos hosteleros en Gijón (la mayor parte de ellos en el barrio de El Coto) y en Pola de Lena. El acusado aseguró que «no sé si los robaron (de la imprenta) y luego los vendieron con malas artes».

Mientras, una de las vendedoras del cupón dijo que el acusado fue el que la atendió en una oficina de Oviedo cuando respondió a un anuncio en prensa que solicitaba comerciales y quien le dio los cupones. Por su parte, tanto el propietario de la imprenta como el comercial de la agencia de publicidad que hizo las gestiones para la impresión de los boletos señalaron que una vez que el acusado retiró los primeros 100.000 boletos, no volvieron a saber de él y que no los pagó.

Por su parte, la otra acusada, M. L. G. O, vecina de Oviedo y presidenta de la asociación en el momento de los hechos, que se remontan a 2005, negó conocer la existencia de los boletos y sólo reconoció haber firmado las solicitudes para conseguir los permisos necesarios para poder vender los boletos legalmente. «No tengo ni idea de lo que se hizo o lo que se vendió», aseguró ante el juez. Ambos están acusados de un delito de contrabando y se enfrentan cada uno a 1 año y seis meses de cárcel y al pago de una multa de 3,5 millones de euros.

A puñetazos por una discusión de tráfico. «Cruzó el coche frente al taxi, se bajó del coche y me pegó un puñetazo a través de la ventanilla». Ésta es la versión ofrecida ayer por el taxista, representado por la letrada Lorena Duque, que supuestamente fue agredido por un conductor ebrio tras una discusión de tráfico en La Tenderina en la madrugada del 6 de abril de 2009. El taxista, cuya versión fue refrendada por los dos pasajeros que llevaba en el momento del suceso, es, a su vez, acusado por el otro conductor de un delito de lesiones. «Me dio una soberana paliza. Recibí patadas en todo el cuerpo y la cara», explicó el conductor acusado por la fiscalía de un delito contra la seguridad vial y uno de lesiones, por los que se enfrenta a un año y tres meses de cárcel.