Á. FIDALGO

El conocido hostelero Ignacio García Menéndez falleció ayer en Oviedo, a los cincuenta años de poner en marcha el emblemático Mesón del Labrador -en la calle Jovellanos, donde ahora se asienta el hotel familiar, El Magistral-, y después La Gran Taberna, junto a la plaza de la Catedral.

Ignacio García, casado con Armantina Quintana, tuvo dos hijos, Alfredo, ex presidente de Hostelería de Asturias, e Ignacio, que permanece al frente de La Gran Taberna, en la que su padre pasó sus últimos años como hostelero profesional.

El funeral se celebrará hoy, a las cinco de la tarde, en la iglesia parroquial de Santa María de la Corte, y a continuación recibirá cristiana sepultura en el cementerio de Malleza (Salas).

Nada más y nada menos que medio siglo de buen hacer hostelero en dos establecimientos emblemáticos de la ciudad y un legado impagable de profesionalidad deja Ignacio García a sus dos hijos, que no dudaron en seguir la estela paterna.

En el año 1962 coge las riendas del Mesón del Labrador, con buen condumio, trato familiar y precios razonables, lo que le permite conseguir prestigio y popularidad en poco tiempo.

Seis años después el mesón, decorado con aire rústico, como le gusta recordar a Ignacio Gracia Noriega, se amplió en la parte de abajo hacia el exterior, sobre las trincheras del Vasco, con un merendero que pronto se convirtió en lugar de encuentro de pandillas y también de familias con niños pequeños, para degustar las parrilladas de carne y pescado a la sombra de los ocho árboles que le daban un aire campestre en pleno centro de Oviedo.

El afán emprendedor de Ignacio García y de Armantina Quintana los mueve en el año 1972 a ponerse al frente de La Gran Taberna, que tras sucesivas reformas para adaptarse a los tiempos continúa manteniendo su esencia inicial.

Este establecimiento también se convirtió pronto en un lugar de encuentro de jóvenes universitarios, y especialmente, de los tunos, a los que el matrimonio siempre trató con paciencia y generosidad. Por todo esto en el año 2003 la Asociación de Antiguos Tunos homenajeó al matrimonio en un acto entrañable.