E. VÉLEZ

El cariño inundó ayer la iglesia de los Dominicos. Las reflexiones sobre la muerte y el profundo amor hacia los suyos que Luis Arce Monzón dejó escritas antes de morir conmovieron a los asistentes a su funeral. El último adiós al ex secretario del Ayuntamiento logró reunir, junto a familiares, amigos y compañeros, a una numerosa representación de la vida política asturiana, que, con independencia de su signo político, quiso despedir a uno de los máximos referentes del Derecho Administrativo local y regional en la casa a la que acudía prácticamente a diario y que se había convertido en su refugio espiritual para combatir la enfermedad que le achacó en los últimos años de vida: la parroquia de Santo Domingo.

El presidente de la Junta del Principado, José Sanjurjo, acudió a la una en punto a la cita junto al vicepresidente de la Cámara, Pelayo Roces, y el diputado Álvaro Longo. Por parte del actual equipo de gobierno municipal, el teniente de alcalde, Jaime Reinares, llegó acompañado de los ediles del PP Inmaculada González, Gerardo Antuña, Silvia Junco y Trinidad Ordiz y de los socialistas Alfredo Carreño, Feliz Fernández y Amador García.

El ex alcalde Antonio Masip, visiblemente emocionado, ocupó uno de los últimos bancos de la iglesia, al igual que varios representantes de las cinco corporaciones con las que Arce Monzón trabajó en el Ayuntamiento a lo largo de casi veinticinco años de trabajo, primero como oficial mayor y después como secretario.

La cronista oficial de Oviedo, Carmen Ruiz-Tilve, del brazo de la responsable de protocolo del teatro Campoamor, Pía Portilla, reconfortó a la familia de Arce y tuvo especiales palabras de cariño para su viuda, Concepción Janáriz, y sus dos hijos, María Isabel y Alberto.

El delegado del Gobierno, Gabino de Lorenzo, coincidió con Arce Monzón cuando formaba parte de la oposición en las corporaciones municipales constituidas en 1987 y, pese a que no pudo asistir al funeral, señaló ayer que «profesionales de su rigor e inflexibilidad son la mejor garantía para un político. Con más gente como él hubiéramos evitado desórdenes en todas las haciendas públicas». Para el alcalde, Agustín Iglesias Caunedo, que se encuentra fuera de Asturias, «Arce se ganó el respeto y el cariño general por encima de cualquier diferencia ideológica».

La misa fue oficiada por el sacerdote de Santo Domingo José Antonio Rodríguez, gran amigo del fallecido. «Habéis recibido una herencia muy guapa, podéis estar orgullosos de ser su familia y del legado de amor que ha dejado tras su marcha a un lugar mejor», dijo al inicio de la ceremonia, en la que destacó la fe y la fuerza de voluntad que Arce Monzón demostró en su vida, «venía a esta iglesia casi sin fuerzas y se sentaba en una esquina para asistir a las eucaristías».

Los momentos más emotivos del funeral del ex secretario del Ayuntamiento vinieron de la mano de su nieto, Ignacio Arce, y de su hijo, Alberto Arce, que leyeron dos textos escritos del puño y letra de su abuelo y padre. El primero era una transcripción del «Libro de las lamentaciones» del profeta Isaías y el segundo, el más conmovedor, era una reflexión personal sobre la muerte. El hijo del fallecido, actual letrado mayor de la Junta General del Principado, arrancó las lágrimas de los presentes al leer con voz apagada pero firme lo que su padre escribió y guardó «como un tesoro» entre sus papeles. Un largo aplauso, atípico en un funeral, cerró con un broche de oro la ceremonia y la vida de Arce.

«Con más gente como él hubiéramos evitado desórdenes en todas las haciendas públicas»

Gabino de Lorenzo. Delegado del Gobierno

«Se ganó el respeto y el cariño general por encima de cualquier diferencia ideológica»

Agustín Iglesias Caunedo. Alcalde de Oviedo