E. VÉLEZ

Noventa años de bondad, sabiduría y ternura protagonizaron ayer la misa de doce de la iglesia de Santo Domingo. La madre Covadonga, una religiosa dominica natural de Pola de Lena que lleva más de medio siglo como misionera en Perú, subió al altar «para dar voz a los que no la tienen». En medio de una parroquia abarrotada, pidió la colaboración de los asturianos para financiar la construcción de dos escuelas para discapacitados en Ayacucho. «Me llamo María Estrella del Carmen Valcárcel Muñiz, nací en Campomanes en 1922, llevo sesenta y dos años en el Perú, y mi labor principal es desterrar la ignorancia, que es la base de todo mal». Con estas sencillas palabras, la madre Covadonga comenzó su discurso arropada por su compañera dominica Victoria Leaño y el sacerdote de Santo Domingo José Antonio Rodríguez, para quien la religiosa «es una asturiana de pro que nos representa en todo el mundo».

La iglesia de los dominicos fue la primera parada de una visita de algo más de un mes por toda Asturias en busca de fondos para su proyecto, presupuestado en 630.000 euros, y que dará techo y formación a los más desfavorecidos de Ayacucho: discapacitados físicos y psíquicos sin recursos económicos. La estancia de la madre Covadonga en el Principado ha sido posible gracias a la mediación de un grupo desinteresado de personas que, tras ver un reportaje sobre la labor de la religiosa en el Perú, en el programa de la TPA «Asturianos en el mundo», contactó con ella de inmediato para tenderle la mano. Cuatro jubilados de Cajastur, José García; José Luis González, y los hermanos Julio y José Manuel López, junto al párroco de Luarca, Roberto Pérez y la vecina de Salas María del Mar Garrido, invitaron a la religiosa a volver al Principado y, de paso, consiguieron que se reencontrara con Sara, la única hermana que le queda, que también es monja en la iglesia de las dominicas de Oviedo. «Cuando la vi, me enamoró, porque es un faro que guía al resto de misioneros con luz propia», declaró ayer desde el púlpito García, uno de los benefactores.

El grupo ha abierto una cuenta en Cajastur para recibir los donativos y, la acompañante de la madre Covadonga, la dominica Leaño, solicitó ayer la colaboración de oftalmólogos asturianos y españoles para atender gratuitamente a los discapacitados con problemas de visión y a los ciegos de una de las dos escuelas proyectadas en Ayacucho. «Tenemos la esperanza de conseguir el apoyo profesional de los oculistas que quieran ayudar a los desfavorecidos peruanos», señaló. El alcalde de Huamanga, municipio al que pertenece Ayacucho, se ha sumado a la causa y sigue de cerca el viaje de la misionera asturiana. «Las autoridades de Perú la admiran profundamente y le consultan muchas decisiones importantes sobre las políticas sociales del país», explicó Leaño.

La madre Covadonga emocionó a los fieles de Santo Domingo cuando entregó un regalo a la iglesia al final de la eucaristía. La planta más típica de Ayacucho, el cardo ayacuchano, metida dentro de un jarrón de barro hecho por los estudiantes de la escuela de formación de la Universidad de Huamanga, presidió el altar como símbolo de la unión de los pueblos. «Recogí estas flores con mis propias manos en la carretera, para traerlas a Oviedo como agradecimiento de todo un pueblo. Aquí está Ayacucho», remató la dominica arrancando el aplauso de los parroquianos.