Chus NEIRA

La entrega de los premios iberoamericanos de la Asociación Iberoamericana de la Comunicación (Asicom), en colaboración con la Universidad de Oviedo y la Fundación Ealy Ortiz, se convirtió ayer, en el Paraninfo del Edificio Histórico de la institución académica, en un acto de orgullo de hispanidad, de unión de las dos orillas y de homenaje al trabajo de tender puentes, trabajar duro y de forma constante.

Esos valores, más o menos, fueron los que Enrique Bustamente glosó a la hora de introducir las biografías de los premiados: el académico y empresario Juan Miguel Villar Mir, la Fundación ONCE, el chef Martín Berasategui, el empresario Antonio Suárez, el también empresario Marcos Fastlicht y el futbolista Emilio Butragueño.

Con la pompa habitual de estos premios, la banda de gaitas coronó el arranque y el Coro de la Universidad adornó la ceremonia en un Paraninfo lleno de amigos de los premiados, desde casi toda la familia (mujer, hijos y nietos) de Fastlicht al padre y uno de los entrenadores mexicanos de Butragueño. A la hora de recibir los galardones, los premiados lo fueron agradeciendo en sendos discursos. Abrió Villar Mir, que empleó buena parte de su intervención en aplaudir a la Universidad de Oviedo y en destacar la importancia de los medios de comunicación, cuando se cumplen ahora 200 años de la libertad de prensa en España. Como empresario y catedrático, Villar Mir se mostró «admirado» por las Américas en lo económico, «al ver en América latina y en el Caribe un esquema de economías bien administradas». Orgulloso de su «doble nacionalidad empresarial», se mostró también orgulloso del crecimiento de estas economías.

Fastlicht habló de cooperación ciudadana y fue muy celebrado al brindar el premio a su mujer, 48 años de matrimonio: «El éxito es, con la salvedad de que ella decidió cuándo nos íbamos a casar, dónde, el día, cuántos hijos tendríamos, sus nombres, cuál sería mi actividad profesional, de las decisiones que yo he tomado en la vida». Antonio Suárez se remontó a sus orígenes en Sobrescobio: «Soy coyán, como Fermín Canella o Wenceslao Roces, parientes míos». Andrés Ramos, vicepresidente de la Once, destacó la importancia de las instituciones sociales para mantener el equilibrio en tiempos de crisis. Emilio Butragueño agradeció a su padre, presente, haberle inculcado valores sólidos y citó sus tres años de jugador en México como «los tres años mejores de mi vida». El chef Martín Berasategui habló poco y dedicó el galardón a sus mujeres: «Mi madre y mi tía, que me enseñaron la vida; mi mujer, que es el 50% de nuestro éxito; el mejor plato que hicimos juntos, que fue nuestra hija, y a mi suegra». El rector, Vicente Gotor, despidió el acto con el acento puesto en la importancia de la Universidad en los tiempos duros.