A los carlistas ovetenses les gusta el menú del Desarme, pero desarman su historia. Así lo hicieron ayer, cuatro días antes de que se celebre la popular cita gastronómica, la más importante sin duda de la capital del Principado, sin otro ánimo que poner las cosas en su sitio.

Y lo hicieron sin acritud, conscientes de que la tradición popular algunas veces tergiversa la historia sin mala intención, pero que son responsables, eso sí, con documentación en la mano, de dejar las cosas en su sitio; sobre todo para que no se falsee la historia para generaciones futuras. Afirman, y lo hacen con rotundidad, que se están confundiendo carlistas con realistas. Y es que ni las fechas ni el suceso no les casan para nada. Es más, afirman que los carlistas no estaban en Oviedo.

¿Por qué lo hacen ahora y no antes? Porque el Desarme de este año va a adquirir una dimensión que hasta ahora no tuvo, ya que al tradicional evento gastronómico se sumarán una mesa redonda, la constitución de una cofradía y la recreación en la plaza del Ayuntamiento del desarme de las tropas carlistas a manos de los liberales.

Pero esto no fue así, según el estudioso del carlismo Efraín Canella, que aportó numerosa documentación para defender su tesis. María Cuervo-Arango, presidenta nacional de la Comunión Tradicionalista Carlista, y Javier Valdés, presidente regional de esta formación, refrendaron la tesis de Canella, que también sostuvo en este periódico el escritor Ignacio Gracia Noriega.

Como punto de partida, sostiene Canella, «el 19 de octubre de 1836, en Oviedo, el general Pablo Sanz asaltó la ciudad, en la que no hubo ni desarme carlista ni victoria isabelina». Para tal afirmación se basa el estudioso, que a la sazón también es el decano de los carlistas asturianos, en distintos textos, como el de Rafael Lorenzo Antón en su libro «La primera guerra carlista en las Asturias de Tineo», en que los hechos no sólo fueron de otra manera, sino que lo del menú queda en probable.

Explica Canella que el 1 de noviembre de 1833, tropas isabelinas desarmaron a los voluntarios realistas en la plazuela del Real Castillo Fortaleza de Oviedo, lugar que ahora ocupa el edificio de la Telefónica, mientras éstos escuchaban misa, por lo que habían dejado sus fusiles en la explanada, ya que estaba prohibido que los portaran en el interior de la iglesia. «Pero no eran carlistas, como se viene repitiendo, y para eso sólo hay que recurrir a la historia. En esa fecha no había carlistas en Oviedo».

Un altercado, por otra parte y según Rafael Lorenzo Antón, «que no acarreó otra cosa que una retahíla de blasfemias y un puñado de mamporros, sin que llegase la sangre al río que era lo que pretendía la comandancia provincial».

Y así, insistió Lorenzo Antón, «ocurre en Oviedo, cuyo Desarme, el día primero de noviembre, se resolvió con esa estratagema tan simple como infantil.

Otro dato a tener en cuenta y que también se relaciona con la fiesta gastronómica del próximo viernes. El 6 de julio de 1856 hubo una concentración de milicias nacionales en Lugo de Llanera, a la que acudieron milicianos de Oviedo, Avilés, Proaza, Pola de Siero, Gijón, Noreña y Mieres, en la que Ignacio Gracia Noriega aventura que «es posible que les hayan dado de rancho garbanzos con bacalao, espinacas y callos», como ya publicó en este periódico.

No obstante, desde Hostelería de Asturias, los entusiastas impulsores de estas jornadas gastronómicas siempre calificaron este hecho de «leyenda épica», es decir, de un suceso que ocurrió en el siglo XIX y que probablemente fue imaginado al menos en su parte más importante.

Una versión, por otra parte, que no comparten otros entusiastas estudiosos del Desarme, que defienden que el 18 de octubre de 1836 los ovetenses lograron repeler un ataque de las tropas carlistas, y que al día siguiente conmemoraron la victoria, que ahora es la que se continúa celebrando, pero en su vertiente tan gastronómica como pacífica.

Resumiendo, ni desarme carlista ni victoria isabelina. Y ante este hecho los carlistas ovetenses lamentarían que el próximo sábado, día en que se recreará este suceso por un grupo teatral en la plaza del Ayuntamiento, delante de la iglesia de San Isidoro, aparezcan en escena unos figurantes carlistas «porque sencillamente falsearían la historia, y eso es algo que no se puede admitir por la importancia que tiene y por el buen nombre y seriedad de las jornadas gastronómicas, concluyó María Cuervo-Arango.