Javier NEIRA

El filósofo asturiano Gustavo Bueno prefiere el silencio al ruido de las mil declaraciones que estallan al hilo de la actualidad. El pasado lunes, requerido por LA NUEVA ESPAÑA para valorar las elecciones autonómicas de Galicia y el País Vascos, declinó expresar cualquier opinión. No así explicar su silencio, como hizo ayer mismo.

Bueno se remitió a Pitágoras para razonar el rechazo a realizar declaraciones y recordó una cita del matemático-filósofo: «No hables hasta que lo que tengas que decir valga más que el silencio».

Una sentencia sin duda cargada de veneno, porque se diría que, en realidad, Bueno la aplica preferentemente a los demás, ya que, como añadió, «en los medios de comunicación, especialmente en las tertulias, aparece gente que habla y habla, así que sin duda piensan que lo que dicen vale más que el silencio, por seguir con la frase de Pitágoras». Es más, como indica el filósofo, «ponen mucho énfasis en lo que dicen, como si conocieran las cosas de buena tinta, así que sin duda consideran que sus comentarios valen más que quedarse callados».

Una falsa creencia porque, como añade Bueno, «unos y otros dicen cosas distintas, claro, pero todos con el mismo aplomo, así que ahí algo falla. Pasa lo mismo o peor aun en el Congreso de los Diputados, donde uno dice una cosa y el otro la contraria, aparentemente con el mismo valor; un ministro afirma lo que sea y el diputado de la oposición le rebate. Deben de tener sus razones, pero como son intervenciones muy breves no se argumenta y sólo cuenta la apariencia».

Bueno satirizó esos escenarios, tan frecuentes, con el famoso chiste del vasco donde un amigo le pregunta a Pachi por la misa a la que asistió, por el sermón del cura y su contenido. Pachi afirma que habló del pecado. El amigo insiste en saber qué dijo concretamente y Pachi contesta lacónicamente: «Que no es partidario».

Para el filósofo asturiano, las tomas de declaración o las entrevistas breves son sólo «una forma de pasar lista; según lo que dice cada cual, éste es del PP; éste, del PSOE; éste, facha... cualquier cosa que digas ya está dicha por otro. No tiene ningún sentido. Insisto, es apenas una forma de pasar lista y de ver por dónde va cada cual. Hay una tremenda profusión de declaraciones, una verdadera hemorragia, lo mejor es callar, aunque no por eso haya que estar siempre callado».

Gustavo Bueno recuerda que cuando el periódico le pidió su opinión sobre las elecciones gallegas y vascas «llevaba todo el día empapado en tertulias en las que todos los que salen lo saben todo, aunque todo lo que dicen sea distinto», lo que no permite quedarse a ninguna carta, según el pensador, padre del materialismo filosófico y de la teoría del cierre categorial. «Hay un ruido tremendo, en los medios se hace un ruido tremendo, el barullo es completo, vivimos en una jaula de grillos», así que, según Bueno, «ningún Gobierno puede realmente hacer nada sin que suenen atronadoras salvas que son puro ruido y lo tapan todo».

Aunque no lo citó expresamente, el planteamiento realizado ayer por Bueno remite a su concepto de democracia realmente existente, ya que cuando se relaciona el ruido con la democracia actual surgen preguntas como ¿ha fracasado entonces la democracia? Bueno comenta al respecto que esas cosas «se plantean en ruedas de prensa donde no tienen mucho sentido, porque no es posible abordarlas; para hablar de la democracia», añade, «hace falta una disertación larga como también hace falta un discurso largo sobre el déficit, su significado y las formas de abordarlo. Pero nunca hay tiempo o espacio para tratar en profundidad, como es necesario, esas cuestiones, y si lo hubiese, sólo cinco o seis personas las seguirían; el resto exigiría sólo saber de qué es partidario el cura».