Chelista ruso, profesor del curso «La voz en la música de cámara»

Javier NEIRA

El violonchelista ruso Alexander Osokin -Moscú, 1950- es uno de los seis profesores del XI Curso «La voz en la música de cámara», que se inició ayer en el Conservatorio de Oviedo. El curso está organizado por la asociación cultural «La Castalia», que preside Santiago Ruiz de la Peña, jefe de estudios y profesor de chelo del Conservatorio profesional. Osokin es discípulo de Rostropovich.

-De Moscú a Asturias.

-Fui fundador de la orquesta de «Los Virtuosos de Moscú» con Spivakof, que se formó, claro, en la capital rusa. En España nos contrataron en el año 1990. Después pasé a trabajar en el Conservatorio de Avilés y también doy en muchas ciudades clases magistrales. Hemos tocado en EE UU, en Canadá y en otros muchos países. Estudié en el Conservatorio de Moscú. Hice dos cursos con Mstislav Rostropovich. Toda mi vida he formado parte del cuarteto de cuerda de Moscú. Y trabajé con Vladimir Spivakov también en cuarteto.

-¿Siempre entre músicos?

-Soy hijo de músicos. Mi padre, compositor, y mi madre, chelista. Siempre he vivido en esos ambiente. Vivía en la casa de los compositores, en Moscú, muy cerca del Conservatorio. Toda mi vida he estado entre músicos. Mi madre estudió con el mismo profesor que Rostropovich. Me gusta mucho el chelo. Tiene un registro más cerca de la voz humana que otros instrumentos.

-¿Por qué Rusia tiene ese alto nivel musical?

-El sistema era muy bueno. Muy priorizado en cuanto a la forma de trabajar con los alumnos. El repertorio. El orden. Una gran tradición de escuela. Parte de los hermanos Rubinstein, que en la segunda mitad del siglo XIX fundaron los conservatorios de San Petersburgo y Moscú. Viví en el edificio de los compositores. Viví en la misma casa que Rostropovich y el compositor Shostakovich, en los años de oro de Moscú. Toqué en el domicilio de Shostakovich su cuarteto de cuerda número 14, con las partituras manuscritas por él mismo. Tengo fotos con él. Grandes años para instrumentistas de alto nivel, para violinistas, chelistas, pianistas... cuando estudiaba en el Conservatorio de Moscú estaban allí Mstislav Rostropovich y también David Oistrakh y Leonid Kogan. Los dos mejores violinistas del mundo y el mejor chelista.

-Lo que aprendió entonces allí lo enseña ahora aquí.

-Es muy interesante el trabajo que desarrollo aquí. Creo que hemos ayudado a subir el nivel musical de Asturias. De mis alumnos de Avilés, once tienen diplomas de primer premio en concursos y uno de ellos, Gabriel Ureña, con 19 años ingresó en la orquesta Oviedo Filarmonía y ahora es el chelista principal de la agrupación.

-¿Cómo ve el curso «La voz en la música de cámara»?

-Lo di por primera vez el año pasado y es muy interesante. Cuenta con buenos estudiantes. No conozco otro curso así, de la voz en la música de cámara. Trabajé con placer el año pasado y espero que sea igual este año. La voz es solista en la ópera y también encaja en la música de cámara en piezas, por ejemplo, para voz y cuarteto. Mi padre, Mijail Osokin, tiene obras para voz y cuarteto de cuerda. Decía que se sentía culpable por no ser chelista, así que compuso cosas para chelo. Tengo grabaciones mías de sus obras. Mi hijo es también chelista. Ahora vive en Japón, se casó con una violinista japonesa. Toda mi familia es de chelistas, por eso contaba la anécdota de mi padre.

-¿Cómo está la enseñanza de la música en España?

-Mi impresión es que hay muchos y muy buenos chelistas con mucha capacidad y talento. Pero la mayoría no tienen buena escuela. Cuento con bastantes alumnos y trabajo con cada uno para explicar cómo se coge el arco o qué postura debe tener la mano izquierda. No sólo cuenta la técnica, sino también el sentido y el carácter de cada obra. Hay que dar con los diferentes colores del sonido. Trabajo mucho esas cosas con los alumnos. En general hay buenos alumnos. Intento dar todo lo que sé y bastantes veces quedo muy contento. España tuvo un fantástico chelista: Casals. Increíble. Y Cassadó.