M. PALICIO

José Vélez Abascal murió «con la cámara puesta» el pasado 18 de marzo, pero la huella dejada por su trabajo en la memoria colectiva de los asturianos quedó de manifiesto ayer en el homenaje de sus compañeros de profesión. Lo dijo Eloy Alonso, fotoperiodista de la agencia «Reuters», pupilo y colega de «don José, el maestro de todos nosotros», durante el tributo póstumo con el que la asociación profesional del gremio clausuró en el teatro Filarmónica de Oviedo las quintas jornadas internacionales de fotoperiodismo. Para dar fe de que el fotógrafo ovetense puso imágenes a más de seis décadas de historia de Asturias se proyectó un montaje audiovisual con doce minutos de instantáneas captadas por el objetivo atento de su cámara y siguió con el testimonio de gratitud de la profesión en las palabras de Alonso.

Se fue Vélez, precisó, pero queda el «goce» de su legado tangible, su archivo, «su memoria gráfica, que es la de todos los asturianos», y además la otra herencia invisible que siguen aprovechando los que aprendieron a su lado: «No era un fotógrafo, era un amigo que siempre nos ayudaba, el que enseñaba todo el periodismo que no se aprende en las facultades». La calurosa ovación que recibieron su viuda, Aurora Álvarez, y sus hijas Elena y Eva remató el homenaje al fotoperiodista que «retrató Asturias como nadie».