E. VÉLEZ

El tanatorio del Salvador se quedó pequeño ayer para acoger la última despedida al dirigente de Comisiones Obreras y militante comunista Miguel Iglesias Ballina. Su familia, amigos, compañeros, y una amplia representación del mundo sindical y de la izquierda asturiana participaron en una ceremonia civil con los sentimientos a flor de piel que, además, fue un canto a los derechos de los trabajadores.

La ceremonia, simple y austera, contó con la intervención de un grupo de personas que formaron parte de la trayectoria vital y profesional del fallecido. El secretario general de CC OO, Antonio Pino, o la ex concejala de IU, Asunción Rodríguez Lasa, tomaron el micro para dar su último adiós a Ballina y arropar a su esposa, Mari Sol González Robles, que permaneció en los primeros bancos junto al féretro, tapado por una bandera de CC OO.

«Representaba el compromiso con la causa porque sabía escuchar y era un duro negociador. Se nos ha ido un gran sindicalista y una persona de enorme calidad humana. Ballina, estarás siempre en el corazón de este sindicato porque tú eras CC OO», acertó a decir Pino con voz entrecortada.

La ex edil Rodríguez Lasa compartió parte de sus vivencias con Ballina, desde la década de los setenta hasta los últimos años. «Concienzudo, perfeccionista y puntilloso, sus informes se hicieron famosos por su extensión y gran rigor. Ayudó a que la pelea de la clase trabajadora no acabara en la puerta de las fábricas y puso a una ciudad en pie primero por el "catastrazo" y luego por la privatización del servicio del agua», señaló Lasa.

Entre los numerosos mensajes de condolencia destacó el del Partido Comunista de Asturias, que lamenta la pérdida de «un referente inolvidable de trabajo y honradez, además de un experimentado y valioso líder sindical que luchó por la recuperación de las libertades y de la democracia en España, y por la transformación social del país».

El acto culminó con el canto de la «Internacional». Los presentes, en pie y con el puño en alto, entonaron la letra del himno con la música de fondo en el salón de actos del tanatorio del Salvador. Al final, dos palabras resonaron en la sala. «Hasta siempre, Balle».