P. G. P.

Santiago Calatrava (Valencia, 1951) se ha sumado a la lista de españoles que han decidido hacer las maletas y buscar suerte en otras latitudes. En su caso, hace años que vive a caballo entre Zúrich y Nueva York, pero mantenía una estrecha vinculación con España a través de la oficina que tenía en Valencia. Ahora esta sucursal del arquitecto que diseñó el Palacio de Congresos de Buenavista ha echado el cierre.

Y es que el arquitecto ha decidido centralizar su actividad profesional en Suiza, adonde también ha trasladado su sociedad Calatrava & Family Investments, una firma patrimonial a la que se le atribuyen inversiones financieras que rozan los 32 millones de euros. La sociedad anunció en septiembre el traslado de su sede social de la calle Bravo Murillo de Madrid a la residencia que Calatrava posee en Zúrich, en los alrededores del lago del mismo nombre.

El cierre de la oficina de Valencia, en la que llegaron a trabajar 20 personas, llega después de un largo idilio de Calatrava con las administraciones públicas de su tierra. Los números señalan que en dos décadas la región levantina gastó 750 millones de euros en edificios y equipamientos que habían salido de la «línea de producción» del arquitecto.

Ahora queda por saber qué decisión tomará con su casa de Valencia, una imponente mansión frente a la Catedral y donde planteó instalar un museo. Un plan que permanece congelado, lo mismo que varios proyectos que tenía en cartera para su ciudad natal. Y es que el Gobierno valenciano ha optado por renunciar a levantar las torres de Calatrava (tres rascacielos junto al antiguo cauce del río Turia). Mientras, el arquitecto espera conocer qué ocurrirá con su imputación en el «caso Palma Arena», que investiga una amplia trama de corrupción que salpicó a la clase política de Baleares.