J. N.

-Su ópera «La dama del alba» sigue a la espera de estreno.

-Hay mucha incomprensión. No consigo estrenarla porque los políticos tienen un miedo enorme. Lo mismo las instituciones culturales. La compuse a lo largo de doce años. Estrené otras obras por el medio, como el concierto para piano y orquesta que me pidió Tomás Marco.

-La terminó...

-La terminé en 2003. El libreto es mío, basado en la obra de teatro de Casona, que tiene una lírica extraordinaria para escribir música sobre ella. Dura dos horas y veinte minutos, con una orquesta convencional y siete personajes. Ciertamente, es más difícil estrenar una ópera que contratar una producción. Es más complicado y requiere doble plantel de cantantes porque si uno se pone enfermo nadie sabe cantarla para sustituirlo. Me han apoyado todos los músicos con los que hablé, todos los directores de orquesta y también Emilio Sagi, que es un personaje universal. El contratenor español Carlos Mena quiere hacer el papel de la Peregrina, de la muerte, tan ambigua. Todo es bello y hermoso, pero por detrás hay una fuerza telúrica terrible. Sólo me pidió que en 4.400 compases cambiase dos notas para él.

-¿Qué piensan en Ópera de Oviedo?

-Les encanta, pero necesitan presupuesto.