E. VÉLEZ

Las nubes negras, como fenómeno meteorológico y como anuncio de discordia, cubrieron ayer la plaza Porlier durante el amagüestu de castañas y sidra de la Balesquida. La reciente aprobación del cambio de los estatutos de la cofradía fundada en el siglo XIII, que dejan de exigir que los nuevos cofrades sean inscritos en su primer año de vida y otorgan al Arzobispado todos los poderes de la entidad, generó cierta tensión entre sus defensores y detractores durante el festejo.

La reforma de la normativa fue aprobada por unanimidad el viernes en la celebración de un cabildo general extraordinario, con 103 votos a favor, 26 en contra y 6 abstenciones. El resultado aún no ha sido llevado ante el Arzobispado para recibir la luz verde definitiva, pero, a falta de que el grupo de cofrades contrarios a la renovación presente alegaciones, la transformación de la Balesquida es un hecho.

La Iglesia todavía no se ha pronunciado al respecto. El paso del derecho civil al derecho canónico le otorga la potestad sobre la cofradía e incluye su administración, aunque sobre el terreno no está claro que vaya a ejercerla, porque en la actualidad no lo hace con ninguna cofradía ovetense. El arzobispo, Jesús Sanz, no ha hecho declaraciones pese a la expectación de los miembros de la cofradía durante la celebración de la misa en honor de Nuestra Señora de la Esperanza.

Los dos cambios, edad y la aplicación del derecho canónico como norma, dejaron más bien indiferente a la mayor parte de los socios de la Balesquida que se acercaron a Porlier para recoger castañas y sidra dulce. Algunos se atrevieron a dar su opinión sobre la reforma. «Me parece muy bien que puedan ser cofrades las personas de cualquier edad, porque así la Balesquida crece y no se pierde la tradición», comentó José Cabezuelo, el socio número 114, que acudió con su esposa al amagüestu.

La inmensa mayoría de los presentes no supo diferenciar entre la Cofradía de la Balesquida, la Sociedad Protectora de la Balesquida y el hecho de ser socio. Según los cofrades, éste es un problema antiguo que debe atajarse con más información interna y con la potenciación de las actividades lúdicas y religiosas a lo largo del año.

Otro de los socios, Roberto Rodríguez, mostró abiertamente su disgusto ante la introducción de las normas del derecho canónico en la cofradía. «Siempre ha sido una institución independiente que funciona bien y mal vamos si ahora empezamos a depender de la Iglesia, porque puede hacer cambios en la finalidad o los objetivos», señaló.

Varios opositores a la reforma estatutaria dejaron en un segundo plano el tema de la edad de entrada a la institución, «porque ahora mismo es totalmente secundario frente a la entrada del Arzobispado en la cofradía». Para el grupo opositor, «se trata de un cambio demasiado profundo para hacerlo precipitadamente» y que sólo hayan pasado tres días del cabildo general extraordinario «hace imposible saber las consecuencias o decir si los cambios saldrán adelante».

La Balesquida desafió al mal tiempo y repartió algo más de 1.000 kilos de castañas asadas y 4.500 litros de sidra dulce entre sus asociados, que se refugiaron de una lluvia intermitente bajo la carpa de Porlier, de diez a dos del mediodía. La fiesta en honor de Nuestra Señora de la Esperanza contó, además, con una novedad. El teatro Filarmónica acogió un concierto infantil del Coro de la Fundación Príncipe de Asturias para ampliar el programa de actividades de la jornada. Con las castañas asadas al estilo tradicional, el personal de la Balesquida entregó cucuruchos de papel y vasos de plástico con sidra sin alcohol que los infantes cofrades -inscritos en la Balesquida a la antigua usanza- disfrutaron con sus padres.