La crisis económica, la falta de perspectivas laborales y el envejecimiento de la población han frenado en seco el aumento de la población ovetense que se había mantenido imparable en los últimos trece años. Aunque la caída del censo puede calificarse de inapreciable -Oviedo perdió 198 vecinos en 2012-, los expertos en la materia, como Longinos Fernández, jefe de Estadística del Ayuntamiento, apuntan a que esta tendencia proseguirá en los próximos años. La ecuación no es desconocida en la región: el paro empuja al éxodo de los más jóvenes, lo que «infla» la pirámide de edad de la población en su parte más alta, ya de por sí demasiado cargada.

Así al menos lo reflejan los últimos datos del padrón municipal -aún provisionales- que señalan que en el municipio viven 225.775 personas, frente a las 225.973 que lo hacían en 2011. Esto supone la primera caída en trece años y la tercera desde 1996. La cuesta abajo de la curva demográfica contrasta con lo sucedido a lo largo de estos años de bonanza demográfica en la capital donde, desde comienzos del año 2000 hasta la actualidad, la población creció en 25.000 personas, lo que supone doce veces el concejo de Las Regueras, más del doble del concejo de Lena o la mitad que Siero. Las nuevas zonas urbanas, especialmente La Corredoria (cuenta con casi 18.000 vecinos) o La Florida (más de 7.500), absorbieron este aluvión de población que puede compararse con el que se produjo en Gijón a finales de la década de los sesenta y principios de los setenta del siglo pasado a raíz de la eclosión del sector siderúrgico.

A pesar de que los números comienzan a dar la espalda a Oviedo, éstos han sido los mejores de la región desde que estalló la crisis. Y es que el conjunto de Asturias lleva perdiendo de forma continuada población desde el año 2009. El crecimiento demográfico de Oviedo ha sido constante desde 1996, salvo algunas excepciones, como en 1997 y 1999, cuando hubo un moderado descenso. La tendencia al alza de la población ovetense en las últimas décadas es similar a la que experimentó el país durante el boom inmobiliario o el desarrollismo franquista de los 60 y 70.

Siempre ha habido dos factores fundamentales en el aumento demográfico del municipio: el traslado de multitud de vecinos de las cuencas mineras a la capital del Principado y la llegada de inmigrantes en busca de un futuro mejor. Los primeros aprovechaban los estudios de sus hijos en la Universidad de Oviedo para hacer mudanza pero, ahora, los despidos masivos y los expedientes de regulación de empleo empresariales han reducido la capacidad económica de muchas familias. Los segundos buscaban oportunidades principalmente en el sector servicios, muy mermado en la actualidad por el cierre de negocios.

La presencia de extranjeros en la ciudad desciende desde hace dos años. El Ayuntamiento tiene registrados 16.002 personas de otros países a día de hoy, mientras que en la lista de 2010 había casi 600 personas más. Hasta 1999, la cifra de inmigrantes en Oviedo se mantuvo por debajo de las 2.000 personas. Es en la década siguiente cuando el fenómeno de la inmigración se expresó con toda su fuerza en la ciudad, con la llegada en esos años de 13.296 nuevos ciudadanos. El incremento anual osciló entre mil y dos mil personas, atraídas por el fenómeno de la construcción. Ahora, la dirección es la opuesta, y aunque su caída no es tan acusada como podría pensarse, no sirve para evitar la entrada en «números rojos» del total de la población ovetense.

El colectivo de extranjeros más numeroso en la ciudad procede de Rumanía (2.862 personas) y un número similar de mujeres y hombres. No ocurre lo mismo en otras nacionalidades, donde predomina con claridad uno de los dos sexos, según las costumbres de su cultura. Las mujeres de los países latinoamericanos suelen tomar la iniciativa de la emigración para buscar un trabajo y, posteriormente, reunir a su familia. Un ejemplo: en Oviedo hay censadas 699 brasileñas, frente a 248 brasileños, y 810 paraguayas por 355 compatriotas masculinos.