Ch. NEIRA

«Sumar actividades a las del casco viejo, no romper con nada y volver, en cierta medida, a la antigua fórmula de San Mateo donde ya funcionaban dos espacios, pero adaptado a los nuevos tiempos». Con la idea de aquellos conciertos de rock en las pistas de San Lázaro o de los años en que se instalaban en la plaza de toros de Buenavista, la productora Santo Grial acaba de lanzar una propuesta al Ayuntamiento, que la SOF ya ha empezado a estudiar, para trasladar parte de la programación de San Mateo a la explanada del Tartiere, en La Ería, donde proponen levantar, durante las fiestas, una auténtica «ciudad de la música».

Aunque los detalles se irán definiendo a lo largo de las próximas semanas en el caso de que el Ayuntamiento acepte, finalmente, esta propuesta, por ahora la productora Santo Grial -responsable del festival Derrame Rock que en la actualidad se celebra en Orense- ya ha adelantado que su Oviedo Music Week, como han bautizado el proyecto, permite evitar los problemas de seguridad que ofrecía la plaza de la Catedral. «No se trata», matiza Enrique Granda, responsable de la productora, «de perder completamente el espacio de la Catedral, pero sí liberar ese escenario de eventos masivos para los que no está preparado, por falta de espacio, por riegos de seguridad y por las molestias para los que van a los conciertos o están en la zona de los chiringuitos».

Granda explica que la Catedral es ideal para la oferta «más tranquila», jazz, copla, reggae o verbenas, y que el modelo que plantea instalar en el Tartiere permite ampliar y diversificar las fiestas. El proyecto asegura que «con menos de la mitad del dinero invertido el año pasado por parte del Ayuntamiento en la plaza de la Catedral se ofrece programar un evento de gran nivel, para artistas y público, en un nuevo espacio y doblar la producción a dos escenarios, para que la música no pare».

En el detalle técnico el Oviedo Music Week ocuparía los diez mil metros cuadrados del aparcamiento del Tartiere con carpas de catorce metros de altura, que permitirían atechar a unas diez mil personas de las quince mil previstas en el aforo total.

El proyecto también detalla que se ejercerá «un control» en los alrededores «para evitar los "botellones" y la aglomeración de personas en los accesos y las zonas de seguridad» y adelanta que para minimizar las molestias al vecindario la programación semanal acabaría a las doce de la noche y los fines de semana no se extendería más allá de las dos y media de la madrugada.

Aunque no existe ningún cartel cerrado para este hipotético festival, la productora tiene una idea de programación que incluye diariamente a dos artistas nacionales. Las actuaciones las iniciaría el concurso Oviedo Rock, que, según esta propuesta, abandonaría su ubicación en Feijoo, seguiría un grupo nacional y la banda asturiana actuaría antes del otro cabeza de cartel. Los dos escenarios permitirían que la música en directo fuera permanente.

También se sugiere que las bandas podrían agruparse por estilos, de forma que un día estaría dedicado al rock nacional, otro a los cantantes de más tirón popular, como un Melendi, otro al rap, otro al indie y otro a bandas de los ochenta. También se añade que habría un día específico para los niños y otro día exclusivo para montar en el recinto un festival de techno.

Los organizadores completan la oferta con la posibilidad de organizar dentro del recinto otro tipo de actividades paralelas, como encuentros de artistas, muestras de arte urbano o clases magistrales de músicos. Sobre el papel, esta «ciudad de la música de San Mateo», a la manera de los festivales de rock, parece que tendría también sus propios restaurantes, mercadillos y hasta una moneda propia. Destaca también que todo el personal que se contrate para los siete días será asturiano y que el proyecto beneficiará al sector regional.