Elena FERNÁNDEZ-PELLO

Borboletas y ribeiriñas brasileñas contemplarán crecer la hierba del parque de la Rodriga. Las han traído dos jóvenes, Fernanda Amaro, una geógrafa de Minas Gerais, y Yara Amaral, una artista de São Paulo. Con ellas está Bitxo, una grafitera asturiana que estudió Bellas Artes en Brasil y que se ha unido a ellas en un proyecto de intercambio cultural, financiado por el Ministerio de Cultura de aquel país, que ha empezado en Asturias y llegará hasta Berlín.

Oviedo es su última parada en Asturias, donde Fernanda Amaro, Yera Amaral y Bitxo han participado en mesas redondas y pintado grafiti en el centro social La Madreña, en el edificio ocupado de la calle General Elorza, y en el local creativo de la calle Paraíso. Ayer culminaba su estancia ante un muro de la Rodriga.

Fernanda Amaro buscaba ubicación en el muro cedido por el Ayuntamiento de Oviedo para los recortes de sus fotografías fotocopiadas al tiempo que explicaba que esas imágenes fueron tomadas en el transcurso de una investigación «etnocartográfica» con el grupo «Opará», del que ella forma parte. Navegaron por el río San Francisco hasta llegar a lugares recónditos, donde los habitantes ni siquiera están censados. Uno de esas personas es doña Romana, una «ribeiriña» -que así llaman en su país a las mujeres que viven a la vera de los ríos-, que habita una isla de arena en medio del río y que ocupa un lugar destacado en el grafiti de la Rodriga. Aparece en una fotografía de Amaro y Bitxo la ha pintado en el medio del cuadro, rodeada de las borboletas -mariposas- y los símbolos indígenas de Yera Amaral.

La avilesina vivió en Brasil durante ocho meses, se formó y profundizó en el «arte urbano y público», que en aquel país tiene mucha energía, y sobre todo, dice, hizo «muchas conexiones con otros artistas». De ahí surgió esta experiencia artística, en la que han colaborado la asociación asturiana «Yetoponese» y la berlinesa «Kulturlabor», que son las que han cursado las invitaciones para que las jóvenes del país tropical puedan dar a conocer su concepción del arte en Europa.

Bitxo, sin embargo, no continuará viaje hasta Berlín. Allí llegarán Fernanda Amaro y Yera Amaral. Esta última ha dejado su sello en el parque de la Rodriga en las lianas vegetales y los símbolos indígenas del grafiti. Cada uno tiene su significado, por ejemplo unos símbolos lineales que se repiten por el mural hacen referencia al emparejamientos de dos personas, hombre y mujer, de dos tribus distintas. Hay una heliconia, una vistosa planta muy común en su tierra. «Es una apología de la diversidad», sintetiza la artista.

Ayer, la noche se les echó encima con su grafiti a medio hacer. Empezaron más tarde de lo previsto, por un problema con los materiales de pintura, y comieron en el mismo parque, sin interrumpir el trabajo. Cuentan que la gente se interesó por su tarea, que les hizo preguntas y las animó. Y hoy esperan dar fin a su obra.