Elena FERNÁNDEZ-PELLO

Los amantes de la numismática dispusieron ayer apenas de unas horas para encontrar un tesoro, la pieza que ayudaría a completar su colección. La Convención Nacional de Numismática y del Coleccionismo, que se celebra en Oviedo desde hace treinta y nueve años, superó ampliamente el millar de visitantes, según la organización, pero los participantes tienen más puesta la atención en el mercado extranjero que en el nacional, en el que, según dicen, no hay jóvenes que continúen con esa afición.

Tino Tarralva, que reconoce su adicción a coleccionar, no falta nunca a la reunión que el Grupo Filatélico Numismático Ovetense organiza en un salón del céntrico hotel España. Vive en Grado y cuenta que es un profesional de la relojería que no se pierde ningún evento importante. «De Basilea hasta Madrid. Si tengo que ir a Vegadeo para ver un reloj, sólo para verlo, voy», comenta. Los relojes son su pasión, aunque no les hace ascos a las monedas ni a otros objetos curiosos. «Los relojes tienen dos encantos: el de su belleza exterior y el de su mecanismo», afirma.

Tarralva cuenta que el coleccionismo está, también, en horas bajas. Sin embargo, el madrileño Francisco Cuadrado, que ofrece su mercancía desde hace catorce años en la convención ovetense, sostiene que el de la numismática «es un negocio complejo. Con la crisis ha desaparecido el cliente de menos de cincuenta euros, pero no faltan los de alto poder adquisitivo, y además hay gente que ahora vende». Jesús Vico Belmonte, también de Madrid, explica que su establecimiento, fundado por su padre, organiza dos o tres subastas por internet en las que participan compradores de todo el mundo. «Hay un boom de piezas griegas y romanas. La oferta no se modifica, las piezas son las que son, y la demanda crece, sobre todo por coleccionistas de los países árabes y asiáticos», señala.

Pedro Dias, un lisboeta que repite en Oviedo por tercer año consecutivo y aprovecha su visita anual para hacer turismo por la región con su esposa, afirma que el sector vive un momento «flaco». «No hay nuevos coleccionistas y las personas mayores venden sus monedas para comprar ordenadores a sus nietos», dice. Dias echa de menos que los niños reciban formación sobre numismática. El, refiere, participó en un programa escolar en su país, hace quince años, para dar a conocer a los alumnos el origen de las monedas. «En los catálogos hay una ficha con información del país que lo emitió, así se aprende». «La numismática es cultura», afirma.