Elena FERNÁNDEZ-PELLO

«Si mi padre hubiera vivido más años hubiera sido un político de aquellos de la UCD, pero los hijos le salimos más radicales», reconoce Carmen Masip, una de los cuatro hijos de Valentín Masip Acevedo, alcalde de Oviedo durante el régimen franquista y de cuyo fallecimiento, con tan sólo cuarenta y tres años, se cumplía ayer medio siglo. La familia lo recordó con una misa en la iglesia de San Isidoro, donde se celebró su funeral, y compartió luego una comida en un restaurante del casco antiguo, durante la que evocó al padre y al alcalde y reflexionó sobre cómo han cambiado los tiempos.

Las ideas políticas de Carmen Masip la condenaron a varios años de exilio en París y Antonio Masip, que siguió los pasos de su padre en la Alcaldía pero en democracia y desde unas convicciones bien distintas, como miembro del PSOE, también dio más de un disgusto a su madre. Carmen Hidalgo, de 92 años, revive la angustia de imaginarlos «con la carrera sin acabar y en la cárcel». Ella, cuenta, no quiere saber nada de política, ni siquiera fue a la toma de posesión de su marido como alcalde. «Los hijos íbamos contra corriente, no comulgábamos con el régimen franquista y tuvimos problemas», añade su hija Carmen. Su hermano Antonio asiente y se muestra comprensivo con la preocupación que su madre vivió en aquellos tiempos de cambio: «En aquellos años aún había fusilamientos», dice.

Lo que la familia elogia unánimemente es la integridad moral de Valentín Masip. Jesús Piñeiro, casado con una de sus hijas, Enma Masip, comenta que «ahora echamos de menos personas como él, con ellas no hacía falta ley de transparencia». Cuando el Ayuntamiento hubo de remozar el Campoamor, el alcalde vendió sus acciones en la empresa de pinturas Williams para que no hubiera duda de que no había ningún interés de lucro en la obra, pone como ejemplo su viuda.

Carmen Hidalgo se lamenta de los muchos problemas que acarreó al primero de los Masip en la Alcaldía su asistencia a un homenaje al científico Severo Ochoa en Luarca, a su regreso del exilio, y su hija Carmen apostilla: «Es que el Nobel no era digno de este país».

Ayer, a la reunión familiar asistieron tres de los hijos de Carmen Hidalgo y Valentín Masip -Antonio, Carmen y Enma-, sólo faltó Jaime, por razones de fuerza mayor. Estuvieron dos de sus nietos, Aida Masip Fernández y Román Piñeiro Masip, y sus yernos, el ya citado Jesús Piñeiro y la esposa de Antonio Masip, Eloína Fernández. Ésta última contó que la primera vez que vio al que luego fue su marido fue en una foto del periódico, precisamente en el funeral de su padre. En ella reparó en aquel «chico tan triste» que llevaba un brazalete negro en señal de luto.