Si Agatha Christie hubiese usado la teoría de los grafos para escribir «Asesinato en el Orient Express», los matemáticos hubiesen descubierto con cierta facilidad que todos eran culpables. Las aplicaciones de las matemáticas van más allá de la ciencia y desde hace medio siglo hacen las delicias de los lectores más refinados. El grupo francés de literatura potencial «Oulipo», fundado en 1960 por el novelista Raymond Queneau y el ingeniero químico François Le Lionnais, ha contribuido a reconciliar ambas disciplinas sobre el papel. Así lo explicó la profesora de Topología de la Universidad del País Vasco Marta Macho-Stadler durante la conferencia «Oulipo: mestizaje entre cifras y letras», que ofreció junto a la directora de la Alianza Francesa del municipio, Sabrina Clemente, y el profesor de Literatura Francesa de la Universidad de Oviedo Francisco González.

Macho-Stadler utilizó ejemplos sencillos para que el público entendiera «las trabas geométricas» usadas por los miembros de «Oulipo» para escribir un libro. Los lipogramas (textos en los que sistemáticamente se omite alguna letra), las sustituciones de palabras o la complicada teoría de grafos sobre vértices y aristas han desembocado en obras como «Cien mil millones de poemas», de Queneau. «La unión de la literatura y las matemáticas da un resultado divertidísimo», dijo la experta en Topología. La Alianza Francesa de Oviedo acogerá una exposición sobre el grupo «Oulipo» a partir del próximo jueves, 7 de marzo.