José Antonio Menéndez Hevia (Oviedo, 1938) es una autoridad en el diseño de interiores. Graduado en Artes Aplicadas en la Escuela de Bellas Artes de Zaragoza, Diher, que llegó a tener doscientos cincuenta trabajadores, fue su primera empresa. Le siguieron Bureau 70 y Concepto 70. Ha estampado su firma en miles de proyectos y la investigadora Aída Puente Toraño, del departamento de Arte de la Universidad de Oviedo, prepara una tesis sobre él. Ayer, con la conferencia «Espacio interior y técnica comunicativa», inauguró la primera jornada de conferencias sobre diseño de interiores de la Escuela de Arte de Oviedo. «El interiorismo es reconducir una emoción y aplicar una función a un espacio, y también desarrollar una concatenación de sensaciones», sostiene, y al definir esta disciplina advierte de que «el buen profesional del interiorismo debe tener dotes de psicólogo».

«El interiorismo no es sólo decoración», explica Menéndez Hevia. «Está la arquitectura como contenedor y el interiorismo como contenido. A veces se trata el interiorismo de una manera superficial, desde el punto de vista del me gusta o no me gusta, pero con el interiorismo podemos influir en un espacio, sobre su función o sobre cómo posicionar un objeto para que nos emocione o para potenciar un entorno», afirma.

Con el interiorismo es posible influir en el grado de bienestar de los individuos, según este profesional de referencia. «Imaginemos las paredes de la consulta de un dentista pintadas de rojo sangre o un lugar para tomar copas entre amigos decorado en azul celeste», pone como ejemplo, y señala que «hay que tener en cuenta aspectos de antropometría, ergonomía, iluminación, sensibilidad...».

Para conseguir su propósito el interiorista recurre a todos los elementos disponibles. «Si estamos en una habitación a oscuras escuchando música será difícil determinar si lo que nos hace sentir bien es el tacto, la luz, el olor... La actitud es multisensorial», comenta.

Y a la hora de enfrentarse a sus proyectos indica que lo primero es «saber qué quiere el cliente, ponerse de acuerdo con él y actuar profesionalmente». «Yo tengo las herramientas profesionales, serias. En el interior puede haber un cuadro y habrá que recurrir a un pintor o una fotografía y habrá que llamar a un fotógrafo. El que maneja un interior para provocar una sensación trabaja igual que hace un escenógrafo», asegura.

Hay interiorismo para cada circunstancia, dice, y también para épocas de crisis, como la actual. «Podemos sentarnos en una caja, hay muebles de cartón...», observa. Desde su punto de vista, «la crisis es una oportunidad. Yo tuve que enfrentarme a una crisis, despedir a gente y empezar desde abajo. Salí de ello con un cambio en mi manera de pensar». En momentos como los actuales recomienda «echar mano de la imaginación y el conocimiento. Gusto y sensibilidad es algo que hay que tener para dedicarse al interiorismo y hay una faceta más, que es el conocimiento, sabiendo seleccionar lo que conviene».

El diseño de interiores es la actividad a la que Menéndez Hevia ha dedicado su vida y de la que habla con la autoridad de quien tiene a sus espaldas, según indica, más de dos mil quinientas obras. «No puedo dejar de lado el interiorismo», afirma, aunque hace unos años emprendió una «nueva andadura» como pintor, en sociedad con la artista Nina Grønn.