Anda estos días con el gesto serio, tal vez adusto, como que le cuesta caminar. Ni atisbo de sonrisa. Las causas son dos, la solemnidad de las fechas, la Semana Santa, y la carga de trabajo que se echa sobre sus anchas espaldas a lo largo del año y que culmina con las celebraciones religiosas que comienzan hoy, con la procesión de «La Borriquilla», que partirá a las once de la mañana de la iglesia de San Pedro de los Arcos.

José María Varas Baizán es, además de hermano mayor de la junta de gobierno de la Hermandad de Jesús Cautivo, presidente de la Junta de Hermandades y Cofradías de la Semana Santa ovetense. Pero por encima de cargos, Varas Baizán es uno de los artífices, uno de los pilares de que la Semana Santa en la capital del Principado diese un paso de gigante allá por 1995, año en que se recuperaron las procesiones. A partir de entonces las celebraciones religiosas de Pascua tienen más pasión en Oviedo.

Para Varas Baizán la religión no es una forma de entender la vida sino una forma de vivir. Casado con una profesora de música y padre de un adolescente, la fe le viene de formación pero también de familia; su tío José Franco Baizán, don José Franco, es el canónigo del cabildo de la iglesia metropolitana de San Salvador de Oviedo, es decir, de la Catedral.

Ya de niño, el hoy hermano mayor ayudaba en misa, siempre lo hizo. Ahora cumple con la Iglesia siendo artífice de la Semana Santa y participando habitualmente en retiros y ejercicios espirituales.

Las celebraciones que comienzan en Domingo de Ramos y concluyen el Domingo de Resurrección las vive Varas Baizán desde la ética, pero también desde la estética. Todo tiene que salir bien, lo que se lleva por dentro es cosa de cada uno, pero lo que se muestra por fuera tiene que ser representación de una profunda fe y además ser atractivo para aquel a quien la religión no le conmueve demasiado.

En este aspecto entra el Varas Baizán gestor y organizador, el abogado de formación que está al frente de La Auxiliar de Recaudación, la empresa responsable de la gestión de tributos en Oviedo. Es la parte más prosaica, pero también necesaria. Desde 1995 los que le conocen han visto cómo ha logrado contagiar de su fervor por la Semana Santa a quienes se le acercan. Pese a estar en la oficina, está constantemente pendiente de las hermandades y cofradías, y su agenda de contactos le ha permitido en todos estos años que las procesiones y otros cultos alcancen un nivel de esplendor y participación que no se recordaba.

Mantiene muy buenas relaciones con el Arzobispado y con el Ayuntamiento de Oviedo, dos patas muy importantes para que todo funcione, pero también tira de amigos, conocidos y colaboradores en caso de necesitar algo, no para él, sino para una de las hermandades.

Él lleva en el alma la vida de la cofradía a la que pertenece y se hace responsable para lo bueno y para lo malo. «Es su vida», dicen sus allegados, que apostillan que «no entiende que otra persona pueda hacerse cargo».

Así que estos días andará serio por las calles de Oviedo, entre las procesiones o en diversos actos para promocionar la Semana Santa ovetense, pero este hermano mayor «es una persona muy tratable y siempre dispuesta a ayudar a los demás».