Hablé ayer de las negaciones de San Pedro. «No niegues nada», «Nihil nega», dice el adagio escolástico. Pero Natalio Grueso, ex director del Niemeyer, también negó todas las acusaciones ante el juez. «Es que aquí aparecen una docena de cadáveres», dice el magistrado. «A mí, plin, yo no llevaba la contabilidad». «¿Por ventura, es usted Natalio? -Jamás». A principios del siglo XIX, el conde de Barbondín, de Faro, a la sazón médico del alcalde de Oviedo, Juan Fernández Trapiella (¿o Antonio Piquero Argüelles?), se hallaba en la peluquería Carpio y comentaba que un verdadero caballero no usa nunca zapatos de color; alguien lo miró, y dijo: «¡Pero si estoy viendo que calza usted zapatos de color!»; el conde bajó la mirada a sus pies, que asomaban por debajo de la capa blanca que el barbero le había colocado por encima, y declaró: «¡Éstos no son mis pies!».