Fernando Savater sostiene que «nuestra sociedad fabrica idiotas» y lo dice en el sentido que se le daba a esa palabra en la civilización griega, la de alguien «que vive sólo para sí mismo, que se desentiende de la vida social y cree que se puede salvar solo». «En una democracia todos somos políticos», afirma el catedrático de Filosofía de la Complutense, ya jubilado, que opina: «Lo peor de los políticos es lo mucho que se parecen a los ciudadanos que los han elegido». Savater congregó ayer en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA, adonde acudió a invitación de la asociación cultural Tribuna Ciudadana, a multitud de personas, algunas de ellas permanecieron de pie en la sala durante todo el acto y hubo quien siguió su discurso desde el vestíbulo.

El filósofo y escritor vasco, que llegó para dar una conferencia sobre cómo se gestó su «Ética para Amador» y la publicación, veinte años después, de «Ética de urgencia», ofreció a los asistentes algunas reflexiones sobre la política, la sociedad y el ser humano. «La filosofía nace en el mismo tiempo y lugar que la democracia», hizo ver, y eso no sucedió por causalidad sino porque aquel momento era propicio «al debate abierto y la ruptura de los mitos, ateniéndose a la humildad y la audacia de la razón».

Savater denunció que «la complicidad de la gente» favorece estafas y corruptelas políticas. Contra ellas reivindica la política. «Llegó la crisis y todos los que eran apolíticos se volvieron antipolíticos, pero nadie decidió ser político, que es lo que necesitamos», dijo.

Ya en el tiempo del coloquio y en respuesta a uno de sus interlocutores explicó que «no hay actos de magia» para sanear y enderezar la política, «la democracia no resuelve nada, resuelve uno dentro de la democracia» y señaló que la pregunta correcta es: «¿Cómo vamos a utilizar los elementos de la democracia para mejorarla?»

Hubo también a lo largo de su exposición muchas alusiones a la educación. «En la educación de todos debería estar la filosofía», opinó, criticando la exclusión de la materia de los planes de estudios. También dijo que «la educación es el cultivo de la humanidad» que, a diferencia de otros seres de la Naturaleza, el hombre ha de cuidar y alimentar. «Los seres humanos nacemos dos veces: la primera del útero materno y la segunda del útero social», señaló.

Fernando Savater contó que «Ética para Amador» surgió como «un desafío», por encargo de una profesora de instituto de Barcelona, una amiga, que le pidió que escribiera un manual de ética. Se lo dedicó a su hijo de 15 años y, bromeando con la «Ética para Nicómano», puso su nombre en el título. «Quería que hablase de la píldora, del aborto, de la bomba atómica, pero renuncié a ello porque no tengo ninguna autoridad sobre ello. Lo que me parecía importante era enseñar a elegir pensando si lo que eliges es realmente lo que quieres o lo que quieren los demás», explicó. A lo largo de los años, en sus sucesivas reediciones, sólo alteró una cosa: el nombre de los jugadores de fútbol que mencionaba en un ejemplo, dejando atrás a Butragueño y sustituyéndolo por nombres más afines a sus épocas, Maradona o Zidane.

Pasado el tiempo, volvió a los institutos y a los centros de reunión de los adolescentes, y el fruto de sus conversaciones con ellos fue «Ética de urgencia».

Savater se definió como «una persona sin importancia que se ha dedicado a cosas importantes», ni mucho menos como filósofo sino como profesor. «Creo que el mundo está lleno de genios, pero faltan maestros», dijo, y ahora, ya jubilado, ha prometido dedicarse a satisfacer su vocación literaria.

En la introducción a su conferencia, Lluis Xabel Álvarez, catedrático de Estética y Filosofía del Arte de la Universidad de Oviedo, se refirió al pensamiento de Savater como a «una filosofía de la acción». «De lo que se trata es de querer vivir lo mejor posible, una ética del querer y del placer, de la alegría», añadió. «Fernando Savater hace lo que le da la gana y se da a la buena vida, por amor a los otros», sentenció.