Cerca de un centenar de tumbas del cementerio parroquial de Trubia tienen que ser derribadas y trasladadas de lugar por inminente peligro de derrumbe de la zona en la que se construyeron los nichos, muy deteriorada por la acumulación de agua y maleza. El principal escollo con el que se ha encontrado el párroco de Trubia, José Manuel García, a la hora de acometer esta obra es que, al tratarse de tumbas muy antiguas, sólo ha conseguido contactar con la mitad de las familias. Lo está intentando por todos los medios, redes sociales incluidas. «Habrá que establecer un plazo límite y, si los herederos no aparecen, trasladar los restos a otro lugar... Hay un informe del aparejador del Arzobispado que alerta del derrumbe inminente, y cualquier día se nos viene abajo; así que no se puede esperar mucho más. Desde el 1 de marzo ya no enterramos a nadie en esa zona», advierte el párroco.

Un grupo de vecinos ha accedido a colaborar con el párroco en la búsqueda de las familias. «Lo vimos desbordado, son tumbas muy antiguas y en el registro se pierde la pista. Algunos titulares han muerto y de sus descendientes no se sabe nada», indica Eva Rodríguez, que gestiona la página del cementerio en una red social y también la dirección de correo electrónico cementeriodetrubia@hotmail.com para que los afectados se pongan en contacto con la parroquia.

El estado de los nichos en peligro de derrumbe es, en algunos puntos, cercano a la ruina. Más de un propietario ha intentado realizar obras de mantenimiento, pero se hace necesaria una intervención conjunta. «Esto es como una comunidad: hay que contar con el resto de propietarios», explica Rodríguez. Sin embargo, las obras individuales ya no servirían para resolver el problema, en vista del estado del grupo de nichos. «El informe del aparejador es claro: hay que despejar esa zona. Además del peligro de derrumbe, las tumbas están en muy mal estado, inundadas», explica el párroco del Trubia.

Aunque la primera parte del proyecto se está centrando en la localización de las familias, José Manuel García sabe que el camino no será sencillo. Al tratarse de un cementerio parroquial, no habrá fondos públicos para financiar la obra. Y el Arzobispado entiende que los propietarios son responsables del mantenimiento de sus nichos. Lo que se pretende, en principio, es que las familias asuman el coste del proyecto, el traslado de los restos mortales de los difuntos, y su emplazamiento en un nuevo lugar del cementerio adquiriendo un nuevo nicho a coste reducido. Ésta es la propuesta inicial, pero falta convocar a las familias a una reunión para consensuar una solución. La voz ya se ha corrido por Trubia -el párroco ha repartido hojas informativos- y son muchos los vecinos que se están acercado al cementerio para averiguar si las tumbas de sus familiares están afectadas. Ayer al mediodía un trubieco que se acercó al cementerio por este motivo suspiraba aliviado al percatarse de que sus seres queridos están a salvo.