Experta en Sociología de la Alimentación

Ángel FIDALGO

«Impacto de la crisis en la alimentación de los hogares asturianos» es el título de la mesa redonda que se celebrará hoy, a las 19.00 horas, en el cibercentro La Lila. Cecilia Díaz, directora del Grupo de Sociología de la Alimentación de la Universidad de Oviedo, es una de las participantes. Además, intervendrá: Antonio Blanco, director de la Fundación Alimerka; Mercedes Cruzado, secretaria general del sindicato COAG; Aquilino González, de la finca enológica «El Nocéu», y Juan Luis Núñez, presidente del Banco de Alimentos.

-Empecemos por el título de la mesa redonda.

-Los cambios alimentarios son lentos, y lo son porque están asentados en una cultura nacional o regional que se forja a lo largo del tiempo hasta establecer modelos alimentarios compartidos por una sociedad. Con el tiempo se logra un cierto consenso acerca de lo que es bueno y malo comer, acerca de dónde, cuando, cuánto y con quién comer.

-Centrémonos en Asturias.

-Tiene una cultura alimentaria sólida y compartida por la mayoría de la población, pero esto no quiere decir que no esté cambiando y que un contexto de crisis como el que vivimos no genere transformaciones en la forma en que la población se alimenta.

-¿Dónde se perciben los cambios?

-En los horarios, el número de comidas, la composición de la dieta y la forma de organizar la alimentación cotidiana. En la forma en que se abastece el hogar: los lugares en los que se compra, la frecuencia de compra y el tipo de productos.

-Un consejo.

-Se pueden modificar también las percepciones acerca de lo que es apropiado comer, lo que es caro, lo que es bueno y malo hacer en tiempos de crisis. Resumiendo, lo que es un capricho.

-Al grano. ¿Estamos cambiando nuestra dieta con la crisis?

-Se puede afirmar que el asturiano medio no ha variado la calidad de la dieta. No se han detectado importantes variaciones ni en el gasto alimentario ni en la composición de productos que la componen. Los cambios que los hogares realizan para ajustar su presupuesto no son ajustes que empeoren la alimentación cotidiana. Las personas responsables de la alimentación en los hogares no modifican sus criterios de calidad ni ofrecen a la familia dietas peores.

-Pero en algo se tiene que notar la crisis económica...

-Ha aumentado el número de personas que comen en casa, y esto se explica por una reducción de las comidas fuera del hogar y una ampliación del número de comensales en algunos hogares debido al desempleo. También se detecta un posible aumento de la comida de fiambrera, especialmente entre estudiantes.

-Además, hay ofertas para todos los gustos y bolsillos.

-El hecho de que no se altere cualitativamente la dieta tiene además relación con la oferta existente. La posibilidad de adquirir productos de todo tipo a buen precio es algo relacionado con el desarrollo de la oferta alimentaria española, que cuenta con una extensa distribución comercial. La oferta alimentaria permite mantener la dieta reduciendo el presupuesto.

-Aprender a comprar, ¿una de las claves?

-Están cambiando más los hábitos de compra que los hábitos de consumo. No es que las personas responsables del hogar vayan de un lugar a otro buscando lo más barato; la pauta más habitual es la elección del establecimiento. Se toma la decisión de cambiar de lugar preferente de compra con el objetivo de ahorrar.

-¿Hay que cambiar la cultura de que para comer bien es necesario gastar mucho, por lo que aparecen las marcas blancas?

-Es por ello que han aumentado las marcas blancas en la compra en todos los grupos sociales, no porque la crisis lleve a productos más baratos a todos por igual, sino porque la marca blanca ofrece al comprador la garantía que necesita para sentir que su elección es igual de segura e igual en calidad que si selecciona un producto por la marca. Así, se opta por la marca blanca, que no es un producto sin marca, sino un producto cuya confianza es la que ofrece el establecimiento.

-¿Y en los perecederos?

-Hay resistencia al cambio en los productos frescos, que el consumidor adquiere con una alta periodicidad y que sigue dando impulso a las pequeñas tiendas especializadas. Estas tiendas resisten mal la crisis, dado que deben competir con los precios más bajos de la pequeña y mediana distribución de barrio.

-¿Adiós a los caprichitos?

-Siguiendo la lógica de reducir en lo no imprescindible, como la comida fuera de casa, también se ha reducido en lo que se compra por placer y no por necesidad. Esto, naturalmente, no es lo mismo para todos; pueden ser dulces para los niños, mientras que para otros puede tratarse de embutidos o vinos especiales.

-Y como conclusión...

-El control del gasto y el cuestionamiento del despilfarro hacen que el consumidor, sea cual sea su situación económica y, por tanto, su necesidad de ajustar gastos, sea más reflexivo y cuidadoso con la forma en que gasta su dinero. Nos encontramos con conductas de compra que coinciden entre los grupos más desfavorecidos y los mejor situados, como la compra de marcas de distribuidor que antes mencionaba, aunque el motivo de su adquisición no sea el mismo.