Una vecina del municipio evitó que un pavo real del Campo San Francisco muriera ahogado, y un bombero de Oviedo, de apellido Gallo, le practicó los primeros auxilios. Los ladridos de un perro le asustaron, echó a volar, calculó mal y cayó al agua,

El ave estuvo a punto de dar su último paseo por el pulmón de Oviedo en torno a las diez de la mañana del domingo, pero una valiente mujer, hasta el momento desconocida, saltó la valla de madera y le salvó in extremis. «Le agarró por el cuello y le sacó de un tirón porque estaba a punto de hundirse del todo», explica Mercedes Espinedo, una gijonesa que lo vio todo al otro lado de la barrera. «A esa hora había muy poca gente en el parque y a los que estábamos nos daba miedo coger al pavo por si nos picoteaba», relata.

Pese a que el pico del animal la mantuvo alejada del agua, Espinedo llamó al 112 para pedir ayuda, ya que el agua estaba cubriendo al ejemplar y casi no se le veían las plumas. En el servicio de emergencias de Asturias priorizaron los contratiempos humanos y desviaron la llamada a Bomberos de Oviedo. «Vinieron bastante rápido, pero, entre medias, la mujer sacó al pavo del agua y lo dejó sobre la hierba a ver si se espabilaba». Pero nada. Es más, sufrió una agresión. Un cisne empezó a darle picotazos sin venir a cuento. «Estaba como enfurecido con él y no dejaba de darle con el pico», prosigue Espinedo.

La segunda parte de la salvación del pavo real contó con la colaboración de más gente. Ante una escena tan singular, decenas de personas se pararon a observar y, de paso, a intentar frenar las iras del cisne, al que le daba igual picotear al pavo que a su salvadora, que tuvo que salir del estanque rápidamente. Algunos cogieron una rama para espantarlo, sin mucho éxito. Los que habían salido de casa para pasear con sus animales de compañía azuzaron a los perros para que ladrasen y espantasen al cisne. La maniobra no sólo no dio resultado, sino que acrecentó el miedo del pavo real, que no se movió ni un milímetro, por si las moscas (o por si los perros).

Cuando todos estaban a punto de perder la esperanza de salvar al pavo, llegaron los bomberos. «Uno de los agentes lo sacó en volandas del estanque y lo reanimó como pudo», explica Espinedo. El bombero Alberto Gallo puso el ave al sol en un banco de piedra, le desplegó las plumas de la cola y le acarició suavemente para tranquilizarle. «Nos dijeron que tenía estrés», remata la vecina de Gijón.

Según los testigos, el pavo real intentó volar hacia el bordillo del estanque después de que un perro le ladrase. Sus compañeros aterrizaron correctamente, pero él -un macho de cola multicolor- perdió el equilibrio al llegar al borde y se fue de lleno al territorio acuático de los patos y los cisnes. «Al principio bordeaba el estanque despacito, pero luego me fijé en que se estaba hundiendo poco a poco y se quedó en un punto fijo. Llegó un momento en que casi no le podía ver el cuello. Y mira que lo tienen largo», explica Espinedo.

Los pavos reales son aves que apenas pueden nadar por la forma de sus patas, sin membranas, y el peso de sus plumas. El ejemplar salvado corretea de nuevo con sus compañeros.