El alcalde, Agustín Iglesias Caunedo, aprovechó la reforma de la plaza de la Liberación para hacer desaparecer discretamente uno de los símbolos del franquismo que quedan en la ciudad: la estatua del teniente coronel Teijeiro, el militar que al frente de las tropas gallegas rompió el sitio republicano a la ciudad.

Durante meses, con la excusa de que había sido retirada para limpiarla, la escultura estuvo en un almacén municipal. Ayer, la Comisión de Cultura aprobó volver a colocarla en la ciudad, a iniciativa de Foro Asturias, que logró el apoyo de los concejales del PP presentes en la reunión, entre ellos el edil de Cultura, Jorge Menéndez Vallina; la portavoz popular, Inmaculada González, y el portavoz adjunto, Gerardo Antuña. El voto favorable del PP cogió por sorpresa a los concejales de los grupos de izquierda de la oposición, PSOE e IU, ya que se esperaba que los populares se abstuvieran en el debate, pues el equipo de gobierno defendió en otras ocasiones -ante una moción de IU pidiendo la retirada de la estatua, por ejemplo- que la estatua «no es un asunto prioritario y que preocupe a los ciudadanos».

El PP aceptó votar a favor la moción de Foro después de que éste retirase la exigencia de que la escultura fuera repuesta en su lugar original, la plaza de la Liberación, de forma que el acuerdo no especifica ni el lugar ni la fecha para colocar la estatua.

El postura del PP suscitó una inmediata reacción de PSOE e IU, que están dispuestos a acudir a los tribunales si la escultura vuelve a las calles de la ciudad. Por su parte, la concejala de Foro Belén Arganza sostiene que su grupo defiende la colocación de la estatua al margen de criterios ideológicos, por su valor artístico.

Para Belén Arganza, «la escultura de Francisco Asorey ha de ser tratada como obra de arte que es, y en Oviedo estamos para poner en valor el arte, no para aportar visiones sectarias de una obra», porque la expresión artística, sostiene, «debe estar por encima de las ideologías». La concejala pidió «un respeto» para el autor, «el más importante escultor contemporáneo de Galicia». Añadió, además, que con Teijeiro entró en Oviedo el poeta del franquismo Celso Emilio Ferreiro, que «en 1977 fue candidato al Senado por el Partido Socialista Galego». «Por tanto, no conviene mezclar el arte con los prejuicios ideológicos», concluye, ya que en ese caso habría «incluso que tirar la Laboral abajo».

Para el concejal socialista Manuel Ángel Rodríguez, el voto positivo de los concejales del PP muestra que el Alcalde, «en vez de revolucionar el modelo Oviedo, está en fase de involución».

«Reponer la estatua de Teijeiro en cualquier espacio público de la ciudad incumple tres cosas: la ley de Memoria Histórica, el acuerdo de la Junta de Gobierno refrendando las propuestas de la denominada Comisión Especial de la Memoria Histórica y la palabra del entonces alcalde Gabino de Lorenzo, que dijo solemne y públicamente en su momento que "el dictamen de la Comisión de la Memoria Histórica iría a misa". Puede que la palabra de Gabino de Lorenzo valga poco o nada, pero tanto la ley como los acuerdos de la Junta de Gobierno tienen un carácter legal y de obligado cumplimiento evidente que genera derechos a la ciudadanía y que el Grupo Socialista invocará, si es necesario, judicialmente», sostuvo Rodríguez. Y cargó contra Caunedo, «que parece estar más cerca de las posiciones más reaccionarias de la derecha que de un Alcalde que aspira a convencernos de modernidad y sentido común».

Para el portavoz de Izquierda Unida, Roberto Sánchez Ramos, el voto del PP «ha sido una sorpresa». «Hasta ahora habíamos oído al Alcalde pregonar por Oviedo las virtudes de la transición política y la figura de Adolfo Suárez en varios discursos. Ahora parece que ha dado la orden de rendir homenaje a uno de los períodos más negros y sangrientos de la historia de España, aquel en el que el totalitarismo fascista asesinó una República democrática. Ningún alcalde de la derecha europea daría sus votos para homenajear artísticamente el nazismo, el fascismo italiano o la derecha totalitaria francesa. Cómo es posible que un alcalde democrático quiera preservar en su ciudad el repugnante espectro que recuerda los días en los que en España había quienes alardeaban de ser parte del totalitarismo europeo. Esperamos que reflexione y que sepa que está obligado a cumplir la legislación estatal», manifestó.