Javier NEIRA

La ópera fue ayer, más que nunca, un espectáculo total: el centro de Oviedo se convirtió en escenario gigante para una «gymkhana» con motivo del «Día europeo de la ópera». Los concursantes se entrelazaron con los puestos de la Ascensión en la plaza de Porlier, cruzaron arriba y abajo la salida de la Vuelta a Asturias en la Escandalera, interactuaron con una manifestación de los preferentistas de Cajastur que avanzaba hacia la sede de la entidad financiera y entraron y salieron del Museo de Bellas Artes, de la Biblioteca del Fontán, del Museo Arqueológico y de otros centros culturales carbayones, buscando las pistas del juego y, de paso, cumpliendo con el lema del concurso, «La cultura se mueve», y es que efectivamente el mensaje de la ópera se desplazó en la mañana de ayer a todo los espacios culturales de la ciudad. La idea y la realización fueron de la Fundación Ópera de Oviedo, que promueve la temporada lírica del Campoamor. Allí estaban el presidente, Jaime Martínez; el director artístico, Javier Menéndez, y todo el equipo.

El buen tiempo había llenado la capital asturiana de gente. Todo empezó a las doce en punto, ante la fachada del coliseo carbayón, con el muñeco Evaristo -dirigido por su mentor, Gustavo Moral- animando la fiesta y en especial el karaoke dispuesto al efecto.

Competían siete equipos con cinco integrantes cada uno. Y a correr. El equipo «Verdi» -de amarillo-, que a la postre ganó, salió disparado hacia el Campo. Lucía Guadamuro, gijonesa y doctoranda en Biología; Atenea Fernández, madrileña y doctoranda en Musicología; Irene Guadamuro, gijonesa y también doctoranda en Musicología; Sara Chorén, pontevedresa y alumna de un máster en Patrimonio Musical, y Natalia Pérez, cántabra y técnica en rayos, debían encontrar en el Campo San Francisco a una pareja ad hoc besándose como cita de las seducciones de «Don Giovanni», de Mozart. En apenas dos minutos ya habían comunicado a la meta -y certificado con una foto- su hallazgo, mientras Evaristo derrochaba ingenio y entretenía a los que esperaban delante del teatro el final de la competición.

La siguiente prueba era una pregunta por SMS muy fácil -actriz de Hollywood que se convirtió en princesa- y, a la carrera, al Museo de Bellas Artes, donde se cruzaron con el equipo rojo y también con el equipo azul, liderado por Francisco Cotayo, de Laviana, y es que tres grupos de concursantes procedían de la villa del alto Nalón, promovidos por la profesora del instituto Graciela Viñuela, gran animadora cultural.

En el museo la clave estaba en un cuadro de Martínez Abades -excelente compositor, además de pintor, de ahí la referencia-, y de vuelta hasta el Fontán, cruzando calles abarrotadas de gente al sol y a la fiesta, en busca de una camelia -flor llena de resonancias operísticas- se enteraron de que ya iban las primeras: saltos y abrazos de felicitación.

En la biblioteca, el equipo «Britte», el de más edad en el concurso, se las veía con una prueba: localizar un libro sobre Mariana Pineda y lograr que alguien lea las cuatro primeras líneas. Encontraron el libro y la concursante Nely Gutiérrez se topó también con su madre, Antonina Rodríguez, que por allí andaba y, claro, leyó de mil amores las líneas prescritas. De paso comentó que lleva 65 años casada y tiene varios bisnietos.

Las chicas de «Verdi» afrontaron también en el Fontán otra prueba de la «gymkhana», consistente en hacer cantar el brindis de «La Traviata» a cinco parroquianos de un bar. Dicho y hecho, lían a unos que estaban desprevenidos en una barra y «¡libiamo, libiamo ne'lieti calici...!», mientras hacen un vídeo demostrativo y lo envían por WhatsApp al jurado. Como la edad no perdona para las nuevas tecnologías, los «Britte» se las ven y se las desean para mandar su mensaje telefónico. En el Arqueológico la pista está en relación con un anillo de oro.

Completadas todas las estaciones con éxito, las chicas de «Verdi» vuelven hacia la fachada principal del teatro, salida y meta del juego. No hacía falta correr. Ganaron por acierto y casi por media hora de ventaja. El muñeco Evaristo les hace las gracias del triunfo y todos a cantar en el karaoke el «Va pènsiero» de «Nabucco», de Verdi, que, según tiene dicho Juan Cueto, es el himno de la burguesía ovetense. El premio, cinco abonos para tres funciones de ópera joven de la próxima temporada. Encima, lo pasaron de miedo.