La periodista congoleña Caddy Adzuba está harta de recibir amenazas de muerte por denunciar las «atrocidades» que se están cometiendo en su país, pero no está dispuesta a callarse, y ayer volvió a demostrarlo durante la charla que ofreció en la sede ovetense de la Procuraduría General del Principado. Adzuba -reconocida activista por la libertad de prensa y los derechos humanos y candidata al «Príncipe de Asturias» de la Concordia- abordó de lleno los problemas que sufre una República Democrática del Congo asfixiada por la guerra, pero se centró fundamentalmente en la violencia sexual contra las mujeres y los niños, una macabra realidad de la que ya han sido víctimas más de 500.000 personas. «En mi país se utiliza la violencia sexual como un arma de destrucción masiva, se están cometiendo atrocidades con las mujeres y los niños como protagonistas, y ya es hora de que el mundo se entere», afirma Adzuba.

La intervención de la informadora congoleña tuvo lugar tras la proyección del corto «Pour quoi?» -de Ouka Leele, producido por Bettina Caparrós-, una historia narrada por la propia Caddy Adzuba en la que se cuenta uno de esos muchos episodios violentos. En el corto Adzuba relata cómo un grupo de siete hombres armados hasta los dientes irrumpió en un domicilio a la hora de comer. En la mesa estaban el matrimonio y sus cinco hijos. Los hombres obligaron a la mujer a desnudarse bajo amenaza de matar a los niños, la violaron y después le introdujeron uno de sus fusiles en la vagina, provocándole graves heridas. A continuación eligieron al mayor de los hijos y también le forzaron a violar a su madre. El padre trató de impedirlo, pero lo decapitaron. Después se llevaron a la mujer y a los niños. Los separaron y mantuvieron a la mujer durante un mes como esclava sexual. Después de tanto tiempo, al preguntar por sus hijos, le trajeron una bolsa llena de cráneos. Habían matado a los pequeños poco después de salir de su casa y se los habían dado a su madre para comer durante el tiempo que llevaba cautiva. «Sólo queremos vivir y que no nos maten», reclama Adzuba.