Un castillo «de cuento» enclavado en un claro del «gran pulmón verde del municipio de Oviedo» merecía un libro de historia. Ayer lo dijo así el que se lo hizo, Ramón Rodríguez, director de la biblioteca de la Universidad y del Real Instituto de Estudios Asturianos y autor de «El castillo del bosque de La Zoreda, un hotel singular en el corazón de Asturias». La obra, que fue objeto de una multitudinaria presentación en el establecimiento hotelero, ofrece una «guía completa» del itinerario por la historia casi centenaria de un edificio que en 1920 mandó construir el empresario y abogado Graciano Sela y Sela, que quedó en su día sin rematar por falta de fondos y que ha llegado terminado al siglo XXI, acabado, rehabilitado y transformado en hotel de lujo.

El libro cumple una encomienda de Leopoldo Iglesias, uno de los propietarios del hotel, llanerense como Rodríguez, y rescata a Sela a través del recorrido por la historia de la que quiso que fuera su casa. Se la encargó a uno de los mejores arquitectos del momento, el asturcubano Manuel del Busto, que dejó en La Manjoya un palacete «de estilo ecléctico» en mitad de un bosque y rodeado de jardines, su última obra antes de marcharse a Cuba a construir el Centro Asturiano de La Habana. Ese entorno natural exuberante, la «espléndida naturaleza» que circunda la edificación, es, con el inspirador y el edificio, el tercer protagonista de la obra que ayer Rodríguez presentó ante un auditorio de setecientas personas, con el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, y varios alcaldes y personalidades del mundo empresarial y cultural entre la concurrencia. Se trataba, resumió Rodríguez, volviendo al título, de «mostrar la excelencia de un hotel singular situado en el corazón de Asturias».

El periodista radiofónico Luis del Olmo, presentado como «padrino» del libro sobre La Zoreda, experimentó ayer, según sus palabras, una «gran y grata sorpresa» al regresar a «un Oviedo para mí desconocido», a un enclave nuevo de la tierra que fue la de su padre, avilesino, y su abuelo, que «trabajaron en la estación de Villalegre», recordó. En este claro «donde los bosques y los castaños invitan a una inmersión interior», el locutor berciano aprovechó para volver a rememorar sus comienzos profesionales en Asturias, sus «Protagonistas» emitidos desde el teatro Campoamor y hasta las escapadas que hacía «muchas veces» al Principado casi a escondidas, «huyendo del terrorismo de ETA», que lo intentó asesinar en ocho ocasiones.