Un carrito de la compra no siempre es lo que parece. A veces contiene acuarelas, pinceles, paletas y hasta un caballete plegable en lugar de los productos del mercado. Ése era el contenido de la mayor parte de los carros «estacionados» en el paseo del Bombé del Campo San Francisco, ayer, durante el IV Concurso de pintura rápida al aire libre.

Los coordinadores del certamen no ocultaron su satisfacción al contar el número de inscritos. Treinta y nueve personas se animaron a participar en alguna de las tres categorías; profesional, de aficionados y juvenil. «Sin duda el buen tiempo ha tenido mucho que ver», dijo Elisa Fernández, encargada de velar por el cumplimiento de las normas del concurso.

De tres a siete de la tarde los artistas plasmaron en los lienzos la que pensaban que podía ser la obra ganadora. Marta González, de 46 años y empleada en la panadería de un supermercado, apostó por los cisnes. «Hice una foto en el estanque de los patos hace unos días porque la luz era perfecta. Ahora trato de reproducir la imagen con pintura acrílica», comentó la participante, que, además, ha estudiado Bellas Artes. A su lado, un adolescente de 16 años pintaba un gato sobre un tejado. «Es la primera vez que me presento a este certamen. He venido con mi hermano para que me dé ánimos pero no sé si aguantará a mi lado las cuatro horas». Miguel de los Toyos explicaba así, sin apartar la mirada del lienzo, su experiencia.

El jurado comunicó su decisión poco después de las siete de la tarde. Natalia López se alzó con el primer puesto de la categoría juvenil; Manuel Otero, la de aficionados; y Samuel Fernández, la profesional.