-¿Les gustaron las cuevas?

-Sí, mucho.

-Yo jugaba ahí de pequeña y siempre pensé que eran rayones en la pared, pero todo es un tesoro...

Los vecinos de Priorio salieron ayer a las antojanas de sus remozadas casas de arquitectura tradicional para recibir y despedir con total amabilidad a los primeros turistas que visitan las cuevas de La Lluera en cinco años. Este santuario exterior con arte paleolítico, uno de los más importante del mundo, permanecía cerrado por falta de presupuesto para organizar itinerarios turísticos. La asociación de vecinos Hijos de Las Caldas ha puesto solución a este inconveniente con imaginación y dedicación. Sus miembros trasladan a los visitantes en sus vehículos particulares y les muestran las cuevas. Han recibido formación para hacerlo y cuentan con la experiencia del principal impulsor del proyecto, el profesor de Historia del Aramo Ángel de la Fuente, residente en la zona.

Los nervios estaban a flor de piel porque ayer era la prueba de fuego. Pero todo salió a pedir de boca. Pili Díaz y Carlos Lozano, vecinos de la localidad de Santo Adriano (Proaza) fueron dos de los primeros turistas que pudieron apreciar los grabados -no hay policromía en La Lluera- de las cuevas. «Nos gusta mucho la arqueología y en cuanto me enteré llamé para apuntarme, creo que fui de los primeros», explicó Lozano. «Es una oportunidad, nunca habíamos estado aquí y no se puede perdonar la visita», añadió Pili Díaz. En el grupo de visitantes se encontraba también el matrimonio formado por Teresa Gil e Ismael Simal, salmantina ella y segoviano él, aunque residentes en Oviedo. «Me imaginaba que sería más grande, pero la cantidad de grabados y figuras que tiene no decepciona», explicó él. «Nos gusta mucho hacer este tipo de rutas y esto es un tesoro que está a tiro de piedra», comentó ella.

Rosa González es natural de Las Caldas pero reside en Avilés. Había visitado las cuevas con anterioridad, cuando aún se estaban excavando, hace treinta años, y una vez más con posterioridad. «Al principio no ves nada, pero cuando te lo explican es alucinante la cantidad de figuras de animales que se descubren», aseguró esta vecina de la zona, que ayer fue una turista más.

La primera visita a las cuevas de la Lluera partió puntual, a las doce del mediodía, de la localidad de Las Caldas. Los representantes de la asociación -Ángel de la Fuente, Beatriz Castro, Natalia Cebollero y Karina González- los estaban esperando. Fueron trasladados en coche hasta Priorio, y desde ahí avanzaron por una senda durante unos veinte minutos hasta llegar a la cueva.

De la Fuente se hizo cargo ayer de las explicaciones. Y no se quedó en los grabados, que datan del periodo Solutrense, unos 18.000 años antes de nuestra era. También explicó a los visitantes los detalles del entorno en el que se encuentra el Santuario. «Cuando descubrieron el valor de las cuevas tenían que venir en una zodiac por el río, que estaba más alto. Menos mal que pasó la época en la que alguno pretendía tirar un puente desde Caces directo a la cueva...», comentó.

Las cuevas fueron descubiertas a finales de los setenta por el grupo espeleológico Polifemo. El actual director general de Patrimonio, el profesor de Prehistoria Adolfo Rodríguez Asensio, dirigió con posterioridad una investigación durante varios años en las cavidades. «Están catalogadas unas cien figuras, pero queda mucho más por descubrir», indicó Ángel de la Fuente.

El profesor de Historia realizó explicaciones didácticas sobre los grabados e invitó a los visitantes a descubrir nuevas figuras en la pared. Algunos acertaron con un caballo y un uro. «Estoy empeñado en decir que aquí hay cabras; cuando me escuchen decir cabra, piensen en una cierva... será que la cabra tira al monte», bromeó. La visita se completó con una parada en el «covachín» de La Lluera, con tres triángulos grabados que simbolizan la fertilidad. Se cree que era un paritorio.