Una historia de la indumentaria tradicional asturiana a través del soporte documental de las fotografías que desmonta mitos y permite contemplar el llamado traje regional como un elemento cultural vivo que evidencia pesos ideológicos y que ha tardado unos 150 años en recuperar cierto rigor. Eso es, a grandes rasgos, lo que ofrece «Vestidos de asturianos. 150 años de fotografía de indumentaria en Asturias», libro de la historiadora Fe Santoveña. Ayer lo presentó en el Club acompañada por su director de tesis, con el que espera profundizar en el análisis de la indumentaria tradicional, el catedrático de Historia Contemporánea Jorge Uría, y por Juan Alfonso Fernández García, editor de la obra e impulsor casi involuntario de estas investigaciones al encargarle determinados trabajos a la autora.

Santoveña explicó cómo la indumentaria tradicional pasó de ser «una moda popular común en toda una zona europea en el siglo XIX a una indumentaria identitaria de los distintos pueblos, con unas características concretas para el hombre y para la mujer en un momento modal determinado». El momento modal es importante porque la identidad, subrayó la autora, también cambia. Y la indumentaria se va adaptando hasta los años veinte y después vivirá, con la dictadura franquista, la «estandarización absoluta del traje regional con el que había que subirse al escenario». La reacción opuesta, en los años ochenta, huye de aquellas corrientes, aunque la autora se planteó si el impulso de subrayar el celtismo con trisqueles en los chalecos no es parejo al de llenar el traje de ilustraciones del Picu Urriellu en la sección femenina. Criterios identitarios, en ambos casos, que no quedarán superados hasta la visión historicista que vuelve la vista a 150 años antes. Por eso, concluyó, «nunca se vistió con más rigor histórico el traje tradicional que en los primeros años del XXI, con la recuperación de los paños de hombros o los solitarios». Uría defendió la importancia para los estudios históricos de una «realidad profundamente cultural» como es el vestir, y Alfonso Fernández explicó el origen de la exposición que luego dio pie a este trabajo y que todavía se puede ver, en verano, en Candás.