Lucen campañas para que nadie se avergüence de España y la enseña roja y gualda. En esta promoción de marca, aparecen banderas gigantescas y pareados donde los machos españoles salimos muy airosos, con alusión a nuestros testículos como metáfora de determinación y casta; posan también el toro de Osborne, la guitarra, un jamón y Cristo crucificado, aupado en la cruz por legionarios, que recuerdan a la foto que hizo Rosenthal a los marines en Iwo Jima, izando la bandera de barras y estrellas. Yo soy español a mucha honra, pero no me siento identificado en esa publicidad cutre y facha, palabra ésta que se repite con la intención fracasada de que no asociemos facherío y españoleo. Pero lo que me pone colorado de vergüenza y amarillo de ira, son los caracteres anglófonos sobre nuestra bandera: «I love». A esa España no la amo.