El reciente anuncio de la licitación de las obras para la construcción de una nueva pasarela peatonal entre el barrio de Ventanielles y el centro comercial Los Prados, por encima de la autopista «Y», pone de manifiesto la falta de visión de futuro del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Oviedo y su escasa receptividad hacia las nuevas demandas de la ciudadanía. Si finalmente la terquedad y el empecinamiento se imponen a la racionalidad, esta obra, cuyo presupuesto se eleva a 550.000 euros, se convertirá en un monumento (otro más) al derroche y la pésima gestión de los fondos públicos. Lo que se presenta como una mejora de la accesibilidad, en realidad sólo contribuye a empeorarla. Veamos por qué.

La sustitución de la pasarela original, estrecha, deteriorada y con graves deficiencias en materia de accesibilidad, ha sido una reivindicación vecinal muy antigua. Tan antigua que con el paso de los años nuestra manera de entender la ciudad ha cambiado radicalmente. La supremacía del tráfico motorizado sobre cualquier otro modo de transporte y la prioridad de sus necesidades por encima de cualesquiera otras, característica de una visión funcionalista y desarrollista, ha pasado ya felizmente al desván de las teorías urbanísticas. En España, a principios del siglo XXI (y en los países europeos más civilizados, desde hace cinco décadas), son las personas y no los automóviles (y los intereses económicos a ellos vinculados) las protagonistas del diseño urbano, y a la satisfacción de sus necesidades y la construcción de un entorno adecuado para su desarrollo ha de orientarse la acción de las administraciones públicas.

Por ello, con los actuales criterios del urbanismo sostenible, ya no resulta aceptable pretender salvar una barrera como una autopista que atraviesa el centro de la ciudad de Oviedo mediante pasarelas u otros artilugios semejantes. La plataforma ciudadana Imagina un Bulevar ha elaborado de forma colaborativa una propuesta de regeneración urbana para transformar esa autopista y los terrenos degradados adyacentes (más de 240.000 metros cuadrados) en una amplia avenida en la que los vehículos privados compartan el espacio con modos sostenibles de transporte como caminar o circular en bicicleta, dotada de espacios verdes y equipamientos que palien los actuales déficits y que eviten la contaminación atmosférica y acústica que padecen diariamente alrededor de 25.000 personas. Este bulevar dignificaría el principal acceso a Oviedo y permitiría la conexión natural entre los barrios colindantes actualmente segregados, mediante cruces a nivel y haciendo innecesarias soluciones artificiales como las pasarelas o los pasos elevados.

La ciudadanía de Oviedo debe saber que, para salvar el desnivel entre el terreno y la nueva pasarela cumpliendo las normas de accesibilidad, el proyecto prevé la construcción de un montículo artificial a base de escolleras de piedra de tres pisos de altura, que ocuparía completamente los 2.000 metros cuadrados del espacio libre contiguo al centro de salud de Ventanielles. También que para cruzar los 70 metros de anchura de la autopista, el peatón deberá escoger entre recorrer por una rampa el doble de esa distancia o subir una escalera de 35 escalones. Que este proyecto no va a beneficiar ni siquiera a su principal promotor, el centro comercial Los Prados, que desperdicia, así, una oportunidad magnífica de invertir su trayectoria decadente mediante la regeneración de su entorno degradado atrayendo, así, nuevos clientes. Y que lejos de eliminar una barrera urbanística, la nueva pasarela va a contribuir a su permanencia, en la medida en que da por buena y consolida una situación a todas luces inaceptable de acuerdo con los criterios de diseño urbano actuales.

Los tiempos de las ideas brillantes, los proyectos geniales y el despotismo urbanístico, por más que algunos no se hayan percatado aún, felizmente han quedado atrás. La gente reclamamos nuestro derecho a participar en el diseño del entorno en el que vivimos, lo cual significa el final de las imposiciones unilaterales por parte de aquellos que «saben lo que necesitamos y lo que nos conviene» y de la supeditación del interés común a los intereses particulares. Las personas que viven en Ventanielles y en otros barrios próximos a la autopista reclaman su derecho a desplazarse en idénticas condiciones que el resto de la ciudadanía de Oviedo.

No hay pasarelas elevadas para cruzar Muñoz Degraín, Independencia o Hermanos Pidal. La plataforma ciudadana Imagina un Bulevar considera que la conversión de la autopista en una avenida urbana es ineludible y que la cortedad de miras o la obcecación de los responsables políticos municipales podrán retrasarla, pero no impedirla. El Ayuntamiento tiene una oportunidad magnífica para demostrar sensibilidad hacia las demandas de la ciudadanía y sintonía con los nuevos conceptos urbanísticos. Detengan la licitación de ese proyecto absurdo ahora que están a tiempo y destinen ese medio millón de euros a derribar de verdad una barrera urbanística urbanizando la autopista -es decir, convirtiéndola en ciudad- mediante ingenios sencillos, baratos pero altamente eficaces: pasos de peatones.