Águilas, búhos, lobos y osos de pintura obligan a los caminantes a hacer un alto en el camino que une el Parque de Invierno con Fuso de la Reina. La fauna asturiana llama la atención aunque esté dibujada sobre un muro. El Ayuntamiento y el Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (FAPAS) lo saben y por eso han unido sus fuerzas para reabrir el antiguo apeadero de La Manjoya, decorarlo con animales y convertirlo en una atracción de la senda verde provista de un bar y una sala de lectura.

El presupuesto municipal de la reforma de la vieja estación ascendió a 88.388 euros desglosados en dos partidas. El coste de la reparación de la fachada y los aleros, y los grafittis del exterior sumó 21.798 euros, mientras el resto del dinero, 66.590 euros, sirvió para instalar la cafetería y la sala de lectura en la planta baja del inmueble.

A patir de ahora, FAPAS se encargará de la gestión del edificio, que mantiene el aula de la naturaleza y la sala de exposiciones del piso superior. Según los cálculos del presidente del fondo protector de animales, Roberto Hartasánchez, la senda verde tiene una media de 320.000 usuarios al año. Es decir, visitantes potenciales del antiguo apeadero de La Manjoya.

«Mucha gente mayor camina por la senda verde a su ritmo, así que era importante habilitar un sitio para tomar un respiro, sentarse e incluso ir al baño. Eran unas demandas muy extendidas», señala Hartasánchez, que mostró la reforma del edificio al alcalde, Agustín Iglesias Caunedo, el pasado jueves.

Los habituales de la vía que une el Parque de Invierno con Fuso de la Reina confirman la teoría de Hartasánchez. Raquel Menéndez, que ayer paseaba por la senda a media tarde con su perro, alabó los murales que muestran algunas de las especies más emblemáticas de Asturias y se sorprendió al saber que podía entrar a tomar algo al bar. «Es bueno que haya un lugar en la senda para pedir un café o simplemente descansar. Sin duda pasaré por allí cada vez que salga a pasear».

Otros se daban de bruces por primera vez con los dibujos de los animales y preguntaban a quien tenían más cerca a qué se debían. «No sabía que el apeadero se iba a rehabilitar pero me parece una idea muy buena porque no había nada hasta el final de la ruta. Seguro que se va a animar mucha más gente a venir hasta aquí», comentó sorprendida la ovetense Carmen Fernández.

El Ayuntamiento completó la reforma del viejo apeadero con la eliminación de las barreras arquitectónicas, la renovación de los aseos (con la instalación de un servicio para personas con movilidad reducida) y la puesta en marcha de una caldera de biomasa.

La estación de La Manjoya pasó a manos municipales con la «operación Cinturón Verde», y éste a su vez, lo cedió a FAPAS para la celebración de cursos y talleres.