-Ha debido pasar mucho miedo. ¿Cómo se soporta?

-Yo he conocido gente en la calle como una roca, luego la he encontrado en la cárcel hecha un guiñapo. Lo que se impone en los momentos difíciles es la dignidad, no la fortaleza física, y yo he pasado más miedo que un tonto. La primera vez que me detuvieron, con 16 años, me apalearon en la Comisaría. Trabajaba yo entonces en Carbones de la Nueva y cuando me sueltan y vuelvo al trabajo, miro hacia las oficinas y veo a dos de los que me habían estado zumbando. El ataque de pánico fue horrible. Pero yo nunca me detuve, jamás, por dignidad, porque miedo...

-Algunos protagonistas de su libro y su exposición todavía viven para contarlo, como «Lobo», un tipo imbatible.

-Fui a verlo hace poco en Colombres, está en una residencia y tiene un aspecto estupendo, con noventa y pico años y una vitalidad tremenda. Queda en Mieres otro, Joaquín Fernández. Desde que empecé a escribir el libro hace tres años hasta aquí han muerto muchos.

-¿Qué dicen del camino que han hecho?

-Yo no encontré a nadie que renegara de sus ideas, todo lo contrario, y de la misma manera todos arrastran el miedo hasta la tumba.

-¿Y usted por qué renunció a la política?

-La razón determinante es que llevo cinco operaciones brutales, arrastro un dolor crónico que me incapacita mucho, pasé años y años en la cama sin moverme.

-¿Fue un accidente de mina?

-Sí, un accidente de mina que terminó convirtiéndose en una ruina para mi vida. Yo no puedo comprometerme. Vine a Asturias con la intención de seguir colaborando con IU, pero cuando vi los derroteros que tomaba el proyecto ya no eran años para apuntarme a un bombardeo. No me recibieron muy amablemente. Llamazares mandaba telegramas a Madrid, si se les ocurría nombrarme candidato por Asturias ardía Troya...

-Y Santiago Carrillo, ¿qué tiene que decir de él ahora que está muerto y ha pasado a la historia?

-Ahora que está muerto es cuando menos me apetece hablar. Cuando lo echamos del PC, y yo tuve la mayor responsabilidad en eso, no desaprovechó ninguna oportunidad para darme caña. Nunca le respondí y tengo munición de sobra, por respeto a una persona que, con sus errores y maldades, había estado luchando contra la dictadura. Lo que menos valoro de él, y me enteré recientemente, es su trato a la guerrilla, de él y de la dirección del partido, es injusta e infumable.

-Cayo Lara se disculpó con usted en nombre de IU.

-En la última asamblea me pidió disculpas. Creo que es sincero, Lara no estuvo implicado en el proceso en el que se me excomulgó.