Algún efecto han debido tener sobre la devoción sucesos estivales como la exposición sobre la Sábana Santa o el anuncio municipal de un museo de las reliquias, porque ayer, festividad de San Mateo y misa mayor de la Perdonanza, el Santo Sudario levantó más expectación de la que se recuerda en los últimos años. Fue tanta que los aledaños del altar mayor, que habitualmente son respetados aunque el resto de la iglesia esté abarrotada, se llenaron ayer de fieles y de curiosos, unos contemplando con veneración el lienzo sagrado y otros retratándolo con diversidad de artilugios tecnológicos.

El alcalde, Agustín Iglesias Caunedo, reparó en ello y utilizó ese argumento para reafirmar su determinación de sacar adelante el cuestionado museo, reorientado luego como centro de recepción de peregrinos. «Se ha visto hoy, hay una expectación en torno al Santo Sudario que no es la de otros años», manifesó ya acabada la misa de San Mateo, cuando fue a recoger el bollo de la SOF (Sociedad Ovetense de Festejos) a la plaza de España. Así que Iglesias Caunedo mantiene que es «un proyecto estratégico» y confirma su compromiso de hacerlo figurar en el presupuesto de 2014. «Estoy convencido de que va a salir adelante», aseguró.

Entretanto el arzobispo Jesús Sanz Montes, que presidió la misa del día grande de las fiestas, velará por el Santo Sudario. «Queremos guardarlo debidamente», manifestó al final de su homilía, y después declaró: «Amamos esta reliquia».

El rito repetido durante siglos se mantuvo ayer. El Arzobispo asistido por su auxiliar, Juan Antonio Menéndez, y el deán de la Catedral, Benito Gallego, alzó el Sudario, que sólo se expone públicamente tres veces al año -las otras dos son el primer día del Jubileo y el Viernes Santo-, y bendijo con él a los fieles y a todo el orbe, orientándolo hacia los cuatro puntos cardinales. La Schola Cantorum, dirigida por Leoncio Diéguez, entonó el Miserere, otra de las tradiciones inexcusables, y al finalizar la misa, se abrió la puerta de la hornacina donde se guarda la hidria rebosante de agua, una de las que, cuentan, se utilizó en la bodas de Caná.