Por una vez no tuvimos miedo a la oscuridad. Las voces, los cuerpos cercanos de otros, los aplausos, las exclamaciones de asombro y de sorpresa, los vítores y el sonido de los pasos de cientos de personas convirtieron el Campo San Francisco en una gigantesca casa sin puertas ni ventanas donde ovetenses y foráneos disfrutaron de la representación de "Salvia mater", a cargo de 21 artistas entre músicos, actores y bailarines, miembros del grupo "Rabos de Lagartija", que llenaron de magia, poesía y sensibilidad cada rincón de un parque sólo iluminado, en algunos instantes de la representación, por la luz de mecheros y de las pantallas de los teléfonos móviles, curiosamente muchos de ellos mudos para evitar interferir en el desarrollo de las performances.

Gente, mucha gente en las calles. Gente de todas las edades, jóvenes y mayores. Familias enteras iban de un lado a otro queriendo verlo todo, preguntando qué tocaba ahora y dónde habría que ir después. Los poetas de la Generación del 27 agitaron la memoria, la conciencia y el sentimiento en aquellos que escucharon su obra en las voces de cincuenta voluntarios. Fue así como el verso quedó en el aire y tomó forma y, adaptado a las nuevas expresiones artísticas, se presentó en el Paraninfo de la Universidad ovetense a través del trabajo de Eugenia Pañeda y Ana Quiroga, artistas dedicadas a la experimentación con música electrónica y las artes audiovisuales, que registraron un lleno absoluto.

No llovió. Las nubes optaron por dejar a la ciudad, por ser ésta una noche tan especial, desnuda de paraguas. Lo que sí hubo fue mucha emoción, sobre todo en los ojos y en la palabra de todos los ovetenses que, como surgido de las entrañas de la tierra, se toparon con el espíritu amable del árbol más querido por los nacidos en la capital del Principado: el "Carbayón", en mitad de la calle Uría. Admiración, cariño, emotividad, sonrisas y muchas, muchas fotos fueron las que se tomaron al pie del iluminado tronco.

El mérito de que todos pudiéramos soñar con los ojos abiertos viendo, allí donde fue talado en 1879 el "Carbayón", lo tiene Panci Calvo, autor de la obra, con una larga trayectoria como diseñador y fotógrafo profesional y artístico en Madrid. En esta acción, basada en proyecciones sobre telas frente al paseo de los Álamos, colaboró con Things Happens, una de las agencias de referencia en experimentación y ambientación visual.

Ana Javaloyes, Maribel Sainz y Ramona Cano, naturales de Alicante, que visitaban por primera vez Oviedo, se mostraban asombradas de cuanto estaba pasando en la ciudad durante la Noche Blanca. "No conocíamos lo del árbol, ahora ya entendemos por qué tanta gente se está haciendo fotos junto a él. A algunos se los ve emocionados. Sin duda, para ser la primera vez que venimos a Oviedo, es una noche muy especial para nosotros", dijeron.

Magia y, de nuevo, muchas e interesantes sensaciones, en la plaza de Trascorrales con "After Visiónica", de José Padilla, y donde Eliezer y Loren ofrecieron su jazz lounge, junto con la intervención de los DJ Enrique (G-Khan) y Helios Amor, con los visuales de Rob Loren. A las dos de la mañana parte del público se trasladó hasta el Estanque de los Patos, en el Campo, donde actuaban la alemana Fee Reega y el asturiano Pablo Und Destruktion.

Mientras, en la calle Cervantes, tres pintores daban por terminada su particular "batalla artística" en la galería Cervantes 6 Espacio Arte, local que registró un lleno completo para ver trabajar contra reloj a José Luis Riestra, Samuel Armas y Rafa Dueñas, una guerra que en realidad ganó la cultura, tan necesitada de luces en la oscuridad y que, en esta ocasión, contó con el apoyo de cientos, miles de felices y agradecidas luciérnagas.