Capitán Phillips» empezó bien, como un western, los bandidos a caballo (somalíes a bordo de esquifes) que persiguen al tren (un carguero que pilota Tom Hanks); pero pronto se le ve el plumero al maquinista, cuando hizo una parodia de diálogo en la radio para confundir a los pobres piratas, a quienes poco después sabotearon con chinchetas porque uno iba descalzo y se pinchó y casi se le infecta si no fuera que Tom... A partir de ahí se echó a perder esta americanada desastrosa; una mínima vuelta de tuerca, con humor, la hubiera convertido en burla demoledora contra la US Navy y un capitán Tan, más que Tom, sobreactuado hasta la deplorable escena final. ¿Y qué decir del mareo que consigue la temblorosa cámara subjetiva?, ¿es que el hiperrealismo ha prohibido el trípode? ¡Cuánto más creíble estuvo hoy el Desarme, basado también en un hecho real!