"La antropología es un fantasma gnoseológico", afirmó ayer el filósofo asturiano Gustavo Bueno en la tercera conferencia bajo el epígrafe "El reino del hombre" que, lunes tras lunes, está impartiendo en la fundación que preside y lleva su nombre. La cita, según costumbre, a las cinco de la tarde. Entre el público estaban tres seguidores del filósofo venidos expresamente desde Alicante: José Manuel Sabatell, que se dedica al calzado de importación; José Gómez, empresario, y Jesús Juan, funcionario. También estaban Miguel Ferrero, profesor de Física de la Universidad de Oviedo, además de los habituales filósofos del grupo de Oviedo.

El título genérico era el indicado, "El reino del hombre", y la conferencia específica de ayer llevaba como subtítulo "La antropología como disfraz gnoseológico de un modelo paleontológico". Bueno atacó de entrada un lugar común especialmente extendido: la idea de que el paso de Linneo a Darwin es el salto del fijismo mitológico al evolucionismo científico; "la clave no es la dialéctica entre el fijismo y el transformismo, envuelto en categorías ontológicas y para el caso paleontológicas". Y explicó que el término paleontología surgió en 1812 y que la etimología real no es la evidente, sino que hace referencia al ser -ontología- y a fin de cuentas a Dios.

Abordó lo que calificó de cuento según el cual desde la Edad Moderna se dan pasos para defenestrar al hombre del lugar central que tenía en la tradición védica o bíblica.

Según ese mantra "Copérnico destrona al hombre como hijo de Dios y rey del universo" ya que la Tierra deja de estar en el centro del sistema solar.

La segunda defenestración sería la de Linneo, "que clasifica al hombre en el reino animal. El imperio universal tiene tres reinos, el animal, el vegetal y el mineral. El hombre es un animal". La reacción vino de la mano de los antropólogos que reivindicaron el reino del hombre y de los paleontólogos que como tal son ininteligibles más allá del contexto histórico donde aparecieron. Bueno dijo que realmente Linneo no defenestró al hombre sino que "lo defendió como sapiens". Y explicó que el término antropología filosófica aparece en Cassirer al final de la Segunda Guerra Mundial, ya que ve al hombre como un animal cultural. Ese planteamiento "quedo destrozado cuando los etólogos descubrieron que también hay cultura animal".

Descartes niega que el hombre sea un animal, "Linneo lo afirma, no lo defenestra, pero sí lo hace con su reino. Le quita el reino animal porque considera que es poco para él. Pero Darwin sí lo despoja: es una especia más". En esa línea de defenestraciones intencionales o reales también citó a Freud, "que limita el alcance de la conciencia humana" y a "Oparin, que todo lo redice a química".

Sobre las tres presuntas defenestraciones -dejando a un lado a Freud y a Oparin-, Bueno comentó que Linneo se modera al considerar especies resultantes de la hibridación, lo que le acerca a Darwin. En ese punto destacó la marea mediática inclinada a ver extraterrestres operando en la historia de la humanidad. "Se habla incluso de exobiología, pero debe empezar por demostrar su objeto como le ocurre a la teología escolástica", debe empezar por demostrar que existe esa vida como Santo Tomás empieza demostrando la existencia de Dios, objeto de su estudio. Bueno afirmó seguidamente que "Linneo es totalmente aristotélico" y recordó que el filósofo griego consideraba el mundo jerarquizado de forma simultánea, ya que era eterno.

El filósofo siguió su conferencia con una explicación de la teoría de las catástrofes que se supone acabaron con la vida, así que Dios volvió a crear nuevas especies. "Ayuda a ver la oposición entre Darwin y Linneo en sus justas proporciones; vamos, que hay tal". Y es que "Darwin no sabía más que Linneo, no es la última palabra. No sabía qué era una especie".

El filósofo pasó a distinguir entre nominalismos y explicó el punto central de su conferencia: "La idea del hombre no sale del reino del hombre". Irrita a los paleontólogos, pero "es absurdo atribuir al pitecántropo la idea de hombre, es algo que pone el antropólogo, no sale del reino del hombre". Prometió exponer en la lección del próximo lunes de dónde sale entonces.

Gustavo Bueno señaló que el término antropología surge en el año 1501. "Es una ciencia de los esqueletos. Es una anatomía. No se puede disociar de la antropología cultural porque al lado de los huesos están los restos del fuego que hacían". Advirtió que la medicina es normativa más que descriptiva, "algo que cuando se dice les suele extrañar a los médicos. Lo mismo que la gramática. Recuerdo debates con Emilio Alarcos. Aseguraba que la gramática era descriptiva, que era cosa del pueblo, ¡como si el pueblo no se rigiese por normas!".

"La medicina es normativa", insistió, "porque distingue entre sano y enfermo. El juramento hipocrático permite convertir a enfermos en sanos no a sanos en enfermos. La biología, sin embargo, va por otro lado. Cuando nacen dos siameses, los médicos los separan. Por el contrario, para un biólogo son tan naturales como los separados".

Bueno afirmó que hay muchas disciplinas antropológicas y de ellas salen fantasmas gnoseológicos. Recordó que desde la teoría del cierre categorial -la teoría de la ciencia de Bueno- siempre debe haber un componente corpóreo o fisicalista "porque sólo con cuerpos se pueden hacer operaciones". Por eso "cuando una ciencia no tiene campo fisicalista es un fantasma gnoseológico". Es el caso de la exobiología, de la teología o de la antropología que se limita a rellenar la realidad del hombre y es sólo un almacén de circuitos y construcciones operatorias virtuales".