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La idea de hombre no levanta consensos

Paleontólogos y antropólogos de la Universidad de Oviedo afirman la visión que tienen sus ciencias sobre el ser humano frente a las tesis críticas del filósofo Gustavo Bueno

La idea de hombre no levanta consensos

Javier NEIRA

Bajo el epígrafe "El reino del hombre" el filósofo Gustavo Bueno ofreció recientemente cuatro conferencias en Oviedo, en la fundación que preside y lleva su nombre -los correspondientes vídeos se pueden ver en la edición digital de LA NUEVA ESPAÑA-, en las que trituró un océano de ideas convencionales y confusas para concluir que "paleontólogos y antropólogos no saben nada de la idea de hombre". No se trataba de un desafío, pero ha dado pie para invitar a científicos de esos gremios -todos profesores de la Universidad de Oviedo- a exponer sus criterios, discrepando, matizando o abundando.

Luis Sánchez de Posada, catedrático de Paleontología, cree que "en la paleontología hay un componente filosófico grande. Y, claro, físico. Se complementan. El "Homo sapiens" es una especie producto de la evolución orgánica sea cual sea el modelo. Sin el soporte material para evaluar al género "homo" poco podríamos decir del hombre. Poco o nada. La reflexión sobre el hombre requiere datos. Los fósiles. La reconstrucción filosófica no es mi campo y es, en todo caso, compleja. Cabe comparar esta perspectiva con la propia de la historia, que requiere documentos, elementos físicos, y a partir de ahí se abstrae, ya que sin abstracción no hay ciencia. Hace 500 millones de años se produjo una explosión de las especies y aparecieron los animales con esqueleto, desde ese punto se sabe más y caben razonamientos más cabales. La historia del hombre apenas es nada, pero tiene trascendencia para nosotros porque quizá somos los únicos que lo entendemos.

Por su parte, Elena Ronzón, profesora titular de Antropología, considera que "las cuatro lecciones que ha impartido Gustavo Bueno en la Escuela de Filosofía de Oviedo de la Fundación Gustavo Bueno sobre el tema "El reino del hombre" pueden considerarse el preludio del congreso que sobre el mismo tema se celebrará en abril de 2014 en Oviedo. Los asuntos tratados por Bueno plantean problemas de un gran interés, precisamente porque desde muchos gremios científicos, filosóficos o antropológicos no se consideran problemas. En realidad, Bueno lo que intenta, muy en la línea de su pensamiento crítico, es tratar de resolver el "embrollo" en torno al hombre, al humanismo, a las ciencias antropológicas, que dan por evidentes cosas que no lo son tanto. Paleontólogos o antropólogos hablan del "hombre", de su "descubrimiento", sin que se sepa, literalmente, qué se quiere decir. Porque los paleontólogos tratan de restos de especies, no siempre de "Homo sapiens", y las disciplinas antropológicas de grupos humanos, o de razas, o del cuerpo humano, que tampoco son el "hombre", así en general. La perspectiva filosófica tiene mucho que decir, porque el "hombre" es, más que un tema científico, una cuestión filosófica. Pero la perspectiva filosófica tiene a su vez dificultades porque hay muchas filosofías. Y algunas son verdaderamente perversas, por no decir ridículas, en sus planteamientos acríticos, tratando de definir al "hombre" como una realidad dada desde siempre y para siempre. No sirve cualquier filosofía. Total, que el "embrollo", como lo planteó Bueno, es notable. Pero ocuparse críticamente de él es fundamental, sobre todo cuando a partir de esa "sustancia universal" llamada "hombre" se establecen disciplinas antropológicas que muchas veces no encubren sino intereses gremiales, o siembran ideologías, algunas tan ridículas como peligrosas, o desde la política tratan de fundar en ese "hombre" los célebres "derechos humanos". Sin duda el próximo congreso nos introducirá más detalladamente en esta cuestión, nuevamente actual".

El punto de vista de Antonio Fernández Pardiñas, antropólogo -está a punto de leer su tesis sobre genética de poblaciones- es distinto. "Nuestra idea de hombre es biológica. El hombre es un primate. Por arriba y por abajo hay otras categorías taxonómicas, claro. El caso es que lo vemos de esa manera. Tiene evidentes particularidades. Yo me dedico a la genética de poblaciones humanas y está claro que el hombre está más afectado por la cultura que otras especies. Se aprecia en la forma de establecerse en el territorio y en otras muchas cosas. Eso responde a una categoría humana. Quizá los antropólogos culturales tengan sus planteamientos, digan sí o no a esta visión, porque hay culturas animales evidentemente. Nosotros nos remitimos al concepto biológico de especie. Y para definir al hombre hay que tener en cuenta, por ejemplo, descubrimientos como la hibridación de sapiens y neandertales. Si son de la misma especie, ¿los neandertales son hombres? Creo que sí, aunque quizá los filósofos lo vean de otra manera. El ADN denota muchas otras hibridaciones. Leí las reseñas de las conferencias de Gustavo Bueno. Decía que la antropología no tenía un objeto claro. No pretendo refutarlo, pero creo que es obvio que el objeto somos nosotros mismos. Las exposiciones de Bueno son largas y cargadas de argumentos. En todo caso, creo que el objeto de la antropología es el hombre como ser biológico. Por las mismas, un químico diría que el hombre está en función de las moléculas. A dilemas como quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos biólogos y químicos poco aportamos. No sé si un científico puede entrar en esos terrenos".

Miguel Arbizu, profesor titular de Paleontología, recuerda, a propósito de las conferencias de Bueno, que impartió "en una ocasión una asignatura de Paleontología del Cuaternario y ahí aparece el género humano. Con más componentes animales que humanos, es obvio, y desde esa frontera hasta el presente. Salimos de África hace como quien dice cuatro días. Estudiamos la evolución física de los primates hasta el "Homo sapiens". Existe la "paleoichnología", que trata del signo. Las huellas de actividad dan información sobre quién la produjo. No es lo mismo un hacha primitiva que una sofisticada. El "Homo habilis", muy primitivo, utilizaba una piedra poco trabajada y para todo tipo de actividades. Leí las referencias de las conferencias de Bueno. El hombre es el único animal que habla o, mejor, que escribe. Pero algunos escriben con signos. Las pinturas en cuevas sería un caso evidente. O las abejas, que bailan formando ochos, también escriben a su manera. Lo que cuenta es que ningún ser vivo excepto el hombre logra y transporta el fuego. El resto de los animales lo teme. Y sólo los hombres entierran a sus muertos, pensando en un más allá. Los neandertales están a caballo entre los animales sin símbolo y nosotros, que somos animales con símbolos".

Belén Martínez es doctora en Antropología. Considera que "la idea de hombre es una cuestión muy amplia y complicada. Tiene implicaciones biológicas, filosóficas, humanistas y palentológicas. Para los biólogos de formación, el concepto de hombre está claro, ya que trabajamos con su genoma. Sabemos qué es. Quizá lo complicado, y me parece que por ahí van las tesis de Gustavo Bueno, sea integrar las distintas ciencias y llegar de esa manera a un concepto que sea aceptado por todos. Un ejemplo. Los antropólogos utilizamos el concepto de raza y la UNESCO lleva no sé cuántas sesiones de trabajo al respecto y no se ponen de acuerdo sobre lo que significa exactamente. Conceptualmente, si se hace un resumen excesivo, se limita el alcance del concepto. Cuando se simplifican las cosas, pierden su esencia. Ahí está el caso de la niña Asun, asesinada en Santiago de Compostela. ¿Cómo es posible que unos padres hagan eso? La pregunta se la formula mucha gente, quizá todos, y ahí está funcionando el concepto de ser humano. A fin de cuentas, los seres humanos somos animales y la distancia que nos separa de los primates es escasa".

"Las evidencias físicas nos dan la información que necesitamos" indica el paleontólogo Diego Álvarez Lao, "de ahí inferimos muchas cosas, logramos saber si en determinado espacio habitado había árboles. Y logramos saber qué comían los primates. Eso nos permite hablar de evolución, de los cambios en el clima y otras variables. Es particularmente importante determinar la distribución geográfica de una especie. Pero no vamos más allá. Conocemos cosas o, si se quiere, conocemos muchas cosas, el problema, para el asunto del que estamos hablando, es que el pensamiento no fosiliza como fosiliza un hueso. Podemos estudiar y conocer a fondo determinadas tecnologías que se utilizaron en su momento, tenemos las correspondientes herramientas o sus resultados, como el efecto del uso de palillos en los dientes, pero en el terreno del pensamiento no podemos avanzar mucho, salvo en lo concerniente a pensamiento simbólico, a través de las pinturas murales y otras manifestaciones. Ayudan a formar una idea de hombre, pero es muy difícil saber qué pensaban y establecer comparaciones, gradaciones y medidas. Sabemos cuántos eran y cómo eran. Pero los límites del ser humano los abordan mejor los antropólogos que los paleontólogos. Quizá la frontera esté en el lenguaje. En todo caso, ése ya no es nuestro campo".

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