El público ovetense hubiese seguido aplaudiendo sin cesar si el violinista y director letón Gidon Kremer tocase más propinas. El éxito del concierto que ofreció ayer en el auditorio Príncipe Felipe con la "Kremerata Báltica", integrada por músicos de Estonia, fue rotundo. Desde el inicio se notó que había una relación especial con los aficionados que asistieron al recital, puesto que el violinista, que tiene un estilo muy particular, ya había estado varias veces en el Auditorio con esta formación.

El concierto empezó con un plato fuerte. Llamó la atención la primera obra, el "Verano" de "Las cuatro estaciones" de Vivaldi, una versión nueva escrita por el percusionista de la orquesta, Andrei Pushkarev, que interpretó él mismo como solista con un vibráfono. El concierto prosiguió con la versión para orquesta del "Cuarteto de cuerda en mi menor" de Verdi. De ahí al intermedio, en el que el público compartió impresiones y se preparó para recibir, en la segunda parte del espectáculo, a Gidon Kremer.

Tras la interpretación de la "Sinfonietta n.º 2 op. 74 para orquesta de cuerda y timbales", con la segunda obra el violinista apareció sobre el escenario. Lo hizo para interpretar como solita a Beethoven versionado por Kissine: "Rondó a capriccio en sol mayor op. 129 para violín y orquesta de cuerda". Para rematar el concierto, Gidon Kremer también interpretó con su violín el "Concertino op. 42 para violín y orquesta de cuerda" de Mieczyslaw Weinberg. Ante un público expectante, el violinista letón decidió regalar dos propinas, la primera de ellas un éxito de Astor Pantaleón Piazzolla. El músico se fue creciendo con el aplauso y el colofón, tras dos horas intensas de sensaciones, resultó espectacular. El concierto forma parte de la programación de los "Conciertos del Auditorio", que patrocina LA NUEVA ESPAÑA.